Capítulo 2

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Aclaración: en los capítulos en donde se hable desde la perspectiva de Connor, serán de unos cuantos meses antes de que ocurra lo de navidad, después empieza a narrar lo que ocurre en el presente.

CONNOR.

Hoy me sentía con ganas de muchas cosas, así que me levanté -no solía levantarme tan tarde, pero sucedieron cosas- y me metí en la ducha. Me quedé ahí por unos cuantos minutos para bajar el calor que sentía luego de tener un sueño húmedo con Aurelia; allí había hecho tantas cosas inimaginables y guarras que me pusieron tan caliente que tuve que pensar en algo frustrante, no tenerla acá para hacer Dios sabe qué. Por eso quería hacer muchas cosas.

Salí de la ducha y me enrrollé la cintura con una toalla blanca. Caminé, dejando huellas de agua detrás, y me observé en el espejo, me incliné sobre el lavado y cepillé mis dientes, luego me afeité porque tenía algo de barba. Salí del baño y elegí mi sudadera gris y mis pantalones negros.

Me puse el perfume que tanto la volvía loca

Me sacudo el pelo con los dedos y salgo rumbo a las escaleras. Observo la hora en mi teléfono, aunque me distraigo y me voy para las redes. Tenía algunos mensajes de chicas que nunca había visto, no los iba a abrir, y unos seguidores. ¿Qué les puedo decir? Soy irresistible.

Levanto la cabeza y veo, delante mío, a una melena larga recogida en una coleta alta. Sonrío al saber de quién se trata, ella está tan distraída leyendo un libro que no se inmuta de su alrededor. Me cruzo de brazos, aún con la sonrisa ladina, y me quedo atento a sus movimientos. Mis ojos bajan descaradamente hacia su trasero, me dan ganas de arrancar esos pantalones, sigo bajando y me detengo en sus muslos. Ella no tenía unas piernas largas como una modelo de esas, ella las tiene algo cortas, y esos pantalones se le ajustan en las piernas como una segunda piel y eso me está matando. Eso que apenas hace como unos tres minutos la veo.

Levanto la cabeza, tratando de borrar estos pensamientos -aunque el sueño, el pantalón, el pelo y su culo no ayudan- y me mentalizo seguirla. Sí, suena raro, pero quiero saber qué es lo que hace cuando está distraída. Porque sí, lo estaba en aquel momento.

Al salir del edificio dobla hacia la derecha y sigue caminando con el libro en sus brazos. ¿Cómo podía leer y caminar al mismo tiempo?

Meto las manos en mis bolsillos del pantalón y sigo observando su talento oculto. Aurelia levanta la cabeza y cierra el libro para seguir caminando hacia la biblioteca. Entra, yo igual, y se va al mostrador dónde está un chico castaño. Él le sonríe y me dan ganas de arrojarle algún libro por la cabeza y borrarle esa estúpida sonrisa.

-Gracias. -Dice ella.

-Gracias a ti.

Ella no lo sabe, pero puede estar caminando por ahí y no se daría cuenta de que todos la comen con los ojos.

Lía deja el libro en el mostrador y se va hacia el único sector que ella solía ir, terror, le gustaba lo sangriento, lo malo, lo diabólico y demás. Casi era una psicópata. Me gusta. La persigo a unos cuantos metros y espero a que elija algún libro para luego fastidiarla. No sé por qué, pero siempre elegía los de la estantería izquierda, era como una obsesión que ella tenía.

Me acerco cuando toma asiento, dándome la espalda, y arrastro una silla a su lado, me siento, apoyando mi torso en el respaldo y los brazos, y giro mi cabeza hacia la castaña; quien me observa con cara de querer matarme.

-¿Podrías haber sido más silencioso? -Cierra el libro y cruza sus brazos en el pecho.

-Sí, pero no quise. -Me encogí de hombros-. Por cierto, ¿qué lees? -le quito el libro de las manos.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora