Capítulo 16

32 4 0
                                    

CONNOR

Estaba conduciendo hacia el pueblo donde había empezado todo, donde había tomado la decisión de irme de allí y dejar todo. Estaba nervioso, ¿cómo se supone que debía actuar cuando la vea? ¿Debía abrazarla? ¿Besarla? Lo descubriría allí, en el momento.

Lo bueno es que eran tres horas de viaje y podría pensar tranquilamente. Mi único contacto que tenía allí ya sabía que volvía y me prometió no decir nada, se suponía que nadie debía saberlo. Menos ella. Repiquetee mi dedo en el volante y mire nervioso la autopista, estaba casi vacía, solo uno que otro auto pasaba. Joder, estos putos nervios no se me iban.

Ansiaba volverla a ver, necesito verla, besarla, abrazarla contra mí y no soltarla jamás. No iba a permitir que la alejaran de mí otra vez.

Miro por el retrovisor y veo que un auto policía me estaba siguiendo. Ruedo los ojos. Lo que faltaba. Me hago a un lado del camino y espero a que el oficial se me acerque. Era un viejo calvo, tenía lentes y una barriga que intentaba ocultar con su uniforme. Me golpea la ventanilla y, con mi falsa paciencia, la bajo.

—¿Sí, oficial?

—¿Sabe que le faltan las luces de atrás? —dice con voz autoritaria.

—Sí, lo sabía, hoy sería el día en que las mandaría a arreglar, señor. —En parte era verdad.

—Muestreme la licencia de conducir, por favor.

Respiro profundamente y saco mi Carnet, se lo enseño y él lo mira con cierta confusión.

—¿Clarke? —asiento.

—Disculpe, se me hace tarde para ir a Combe.

—¿Usted es hijo de Thomas Clarke?

—Sí.

—Lo siento por el malentendido, puede seguir conduciendo.

Le sonrío y subo la ventanilla. Enciendo el auto, acelero y ruedo los ojos «malditos policías». Acelero aún más y luego recuerdo que no estoy en mi Brenda y bajo la velocidad. Pero es que la impotencia que sentía en ese momento me hacía acelerar. El sol se estaba ocultando y la noche se estaba acercando, solo me quedaban dos horas para llegar. Decidí frenar en una gasolinera de por ahí y me bajé del auto, antes, había agarrado el teléfono de la guantera. Ahora me encontraba apoyado en la puerta del auto y estaba revisando los mil mensajes que tenía. No había utilizado el teléfono por más de cinco meses y estaba que rebalsaba de mensajes.

Tenía muchas llamas perdidas, y la mayoría de ellas eran de lía. Había dejado mensajes de voz.

Hola Connor... Soy yo, Aurelia, sé que estás lejos pero quiero que vuelvas y... y... arreglar las cosas.

Esa era su voz, estaba quebrada. Joooder. Apreté el siguiente mensaje de voz.

¿Connor? Si no puedes contestar está bien, solo quería llamar para saber cómo estabas. —Apreté el siguiente a ese— ¡Connor, contesta mis llamadas!

Apreté tanto el teléfono que creí que se rompería en mis dedos. Cerré los ojos y tiré mi cabeza hacia atrás. Maldita sea lía. Maldito sea el momento en que te vi en el suelo aquella vez. Ahí supe que te tendría que estar salvando todo el rato. El siguiente mensaje se reprodució solo.

Connor... soy yo, segura... seguramente no quieras saber nada de mí, seguro piensas que soy ridícula, pero quiero escuchar tu voz una sóla vez.Ahí se le rompió la voz.

Tiré el teléfono dentro y me pasé las manos por la cara. ¿Cómo podía borrar eso de mi cabeza? ¿Cómo se hacía? ¿Por qué me fui?

Porque eres un maldito cobarde, por eso.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora