Cap. 13

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Martín se horrorizó. La mujer acababa de caer inconsciente tras decir esas últimas palabras y cerrar los ojos. Su cabeza estaba llena de sangre, la cual se acumulaba en el bollón que su peso, con la caída, había hecho en el coche; el cuerpo lo tenía lleno de heridas por la explosión y el pelo chamuscado al igual que el Alpha, quien parecía ser la pareja de la mujer, dato deducido por los anillos dorados envueltos en la negrura provocada por el fuego. Martín volvió a mirar los cuerpos, llenos de heridas, con quemaduras sangrantes y que parecían doler demasiado.
Escuchó la ambulancia y a los bomberos llegar, tapando con sus potentes sirenas las de los policías, que venían a acordonar la zona ir hacerla más segura para todos y poder intervenir sin problema, y las de las llamas ardientes comiéndose todo a su paso.
Martín no lo pensó dos veces y salió corriendo hacia el portal, siendo detenido por Cristóbal.

— ¿¡Estás loco!? No eres un bombero, es peligroso —

— Sigue habiendo alguien allí adentro y los bomberos no entrarán hasta quitar el fuego de la ventana y entrar por allí —

— Ya están subiendo por la escalera, quédate aquí, este no es tu trabajo —

— Yo soy más rápido que ellos — dijo soltándose del agarre y corriendo escalera arriba hasta el último piso.

Martín al llegar vio como el humo salía de una puerta en específico, y de una patada la arrancó del marco haciendo que cayera sobre las llamas que llenaban el suelo y saltaran las chispas. El humo y las chispas golpearon su cara, haciéndole retroceder por segundos debido a la falta de respiración que eso le había provocado en dos segundos. Se quitó la chaqueta para cubrirse la cara con ella y así poder respirar mejor dentro de lo que podía respirar, agachándose para no ir entre el humo que teñía el techo de negro.
Se adentró con cuidado de no pisar las llamas que poco a poco consumían la casa, y se preocupó por el simple hecho de que, si seguía habiendo alguien aquí, lo más probable es que estuviera inconsciente o ya asfixiado por el humo, aunque su mayor problema ahora era respirar y salir de allí después de buscar en la casa.

— ¿¡Hay alguien!? ¡¿Alguien me escucha?! — gritó entrecerrando los ojos por las llamas que hacían sus ojos picar y arder.

Hacía calor, mucho, era sofocante estar al lado del fuego, y entre su desesperación, el fuego, su respiración, que ya empezaba a ser afectada por el humo; el sonido del fuego comerse los muebles, y los bomberos subiendo por la escalera empezando asomarse por la ventana, escuchó un llanto.

— ¿¡Un bebé!? — preguntó exaltado.

Corrió hacia el lugar de donde provenían los llantos, estaba en una habitación, estaba cerrada la puerta y trabada por algo que desde el otro lado lo detenía. Tuvo que dar otra patada para poder entrar, y allí, hecho una bolita en una esquina de la habitación en la que el fuego empezaba a colarse por las paredes, un niño pequeño estaba llorando y jadeando por la falta de aire que el humo que por debajo la puerta se había colado le estaba quitando.
Se acercó a él y su primera reacción fue alejarle dando patas y puñetazos al aire, como temiendo que le hiciese algo.

— Tranquilo pequeño... He venido a sacarte de aquí — dijo quitándose la chaqueta de la cara para ponérsela a él.

Solo cuando el niño se aferró a su cuerpo con fuerza, fue cuando Martín se dió cuenta de que su cuerpo tenía quemaduras en segundo grado y pasando al primero. Cuando sus piernas y manos se aferraron al adulto fue cuando sintió el verdadero dolor en su piel.
Corrió hacia la ventana, esquivando las llamas, en donde estaban los bomberos ya entrando, y aunque al principio se alarmaron, rápidamente cogieron al niño pequeño de sus brazos y después a él. Y gracias a Dios que lo hicieron, porque las llamas con el aire se estaban haciendo más grandes, llegando a la caldera y a la sala de gas, haciendo que este hiciera una segunda explosión, haciéndoles tambalear por momentos de la escalera que ya bajaba, pero el cuerpo de Martín estaba adolorido y sus manos no llegaron a sujetarse bien por la onda expansiva, así que acabó cayendo a cámara lenta mientras veía como uno de los bomberos extendía la mano hacia él, Martín quería cogerla, podía cogerla pero... Lo único que consiguió fue rozar los dedos, y lo demás fue a cámara rápida. La gente gritando y Martín sobre un coche sangrando por todo el cuerpo con grandes heridas y una pérdida de consciencia que le dejó K.O sobre el coche.

Quiero Volver ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora