Martín abrió los ojos lentamente, sintió su cabeza dar miles de vueltas, quería vomitar, quería morirse... El estómago le dolía y la garganta le ardía, sentía como si sus oídos sangrasen y solo escuchó un pequeño pitido que le hizo encogerse sobre sí para intentar detenerlo.
Escuchó pasos lejanos, estaba a oscuras, en una habitación parece ser. Era fría y estaba sentado en el suelo por lo dura que estaba la superficie bajo su cuerpo.
Intento moverse, pero enseguida notó unas esposas en sus muñecas y otras en sus tobillos. Su cuerpo se tambaleaba solo y el sonido de las olas y el olor del salitre llegaba hasta él. Estaban en mar abierto.Intento ponerse en pie para al menos palpar donde estaban las cosas o saber si había algo más en esa habitación; pero entre que las cadenas de sus extremidades estaban juntas entre sí y no eran muy largas, por lo que no podía levantarse con facilidad; y el barco se movía, prefería quedarse en el suelo y esperar a ver qué ocurría
Cerró sus ojos intentando no marearse más de lo que ya estaba, los barcos nunca habían sido su fuerte, y cuando pensaba que ya tenía el vómito en su boca, vio una luz por debajo de lo que parecía ser la puerta. Era una línea fina de luz blanca y escucho los pasos acercarse, ser graves y huecos; escucho el chirrido de madera de las típicas escaleras de barco y ahí entendió por qué no había una ventana con luz, porque estaba en la parte más profunda del barco.
Escuchó el tintineo de las llaves y la puerta se abrió con tranquilidad. La luz de ese pasillo lo cegó por un momento y la figura alta de un Alpha se puso de por medio haciéndola ver negra por completo sin reconocer un rostro claro hasta que se acercó más y la luz la fue tapando la propia figura.
Martín frunció el ceño ante lo que vio, y a la vez que sentía rabia y ganas de matarlo, también sintió pena; se sentía mal, sentía una astilla en el corazón que le quería hacer llorar, hacer retorcerse como un niño pequeño que llora porque le duele la barriga.
— Levántate —
— No puedo, como verás. Y ya he intentado levantarme, como sabrás también —
El Omega mostró una clara sonrisa divertida en sus labios y soltó una pequeña carcajada. El Alpha se acercó a él con paso lento, las manos en el bolsillo y la espalda estirada, con la cabeza levantada, mirándole desde un ángulo alto, como superior. Después se rebajó a su altura, mirándole a los ojos fijamente y acariciando sus mejillas con una mano.
Seguía teniendo guantes y no pudo notar la calidez de su tacto.
Martín se restregó un poco sobre su mano buscando su calor, alguna esperanza, alguna luz que le dijese que todavía estaba ahí el Eloy que le enamoró al principio.Lo miró a los ojos mientras dejó caer su cabeza sobre su mano. Eloy lo siguió mirando, en ningún momento había dejado de hacerlo; pero ahora ya no tenía esa sonrisa con la que entró, ahora la luz inundaba los ojos rojos del Omega y los castaños del Alpha parecían oscuros a la luz de su sombra, pero aun así, en ellos veía un pequeño brillo de luz, pequeño, diminuto, minúsculo ante el resto, pero no para el Omega. Martín no sabía si era arrepentimiento, si era pena o si en verdad todo era porque tenía hambre y la cabeza le daba vueltas mientras deliraba entre el dolor de su hombro y de todo su cuerpo dormido.
— Tienes fiebre — habló de pronto
— Tengo tantas cosas... No debería haberme tomado esa pastilla, ahora tengo dolor de cabeza, de barriga, quiero vomitar y me duele todo el cuerpo... — La frente de Eloy se posó sobre la suya y sintió por segundos la frescura de su piel — Quiero irme a casa... — dijo Martín en un susurro.
— No puedes... — dijo de vuelta sin quitarle la vista de encima, pero ninguno se movía, ninguno iba a dar el paso de acercarse al otro porque se acercaban al límite del rechazo.
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Quiero Volver Contigo
ActionKay se puso alerta, mirando la puerta con recelo y supo que estaba en problemas. - ¡Martín! ¡Sorpresa, estoy en casa! - Kay ladró, Martín escuchó las llaves ser posadas sobre la mesita de la entrada y vió la figura de Eloy trajeado aparecer por el s...