Cap. 9

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Su lengua dejaba besos húmedos, acompañados de las caricias que los colmillos de Eloy dejaban a su paso dándole escalofríos a Martín. Eloy desabrochó el cinturón del Omega para desatar el pantalón y bajarlo lo suficiente para meter sus grandes manos por dentro de la ropa interior de Martín, quién aferraba sus manos con fuerza a los hombros del Alpha, encajando su cabeza en el cuello del mayor para respirar el aroma varonil que la excitación hacía traspasar ese repugnante aroma a perfume de Omega. Los dedos de Eloy se hicieron paso entre los glúteos de Martín y se intentaron colar más allá. Pero los golpes en la puerta de Mario hicieron a Martín entrar en razón y separar a Eloy de golpe y colocarse la ropa con la respiración agitada.

— Está noche iré a casa, así que no traigas a ningún amigo, ¿Sí? — dijo Eloy saliendo primero ajustándose la corbata roja que en un arrebato de excitación Martín le había descolado.

Martín asintió sonrojándose un poco mientras caminaba detrás suyo. Al salir Mario los esperaba de brazos cruzados, primero mirando mal a Eloy, quién recibió un gruñido por parte del joven Alpha; y después mirando a Martín con más tranquilidad, acercándose a él con cierta curiosidad.

— ¿Qué ves en él? —

— Muchas cosas que no te conciernen niño —

— ¿Cómo el tamaño de su polla? — preguntó Mario cómo quién no quería la cosa sonriendo tímidamente mientras miraba hacia otro lado haciéndose el que no sabía nada.

Martín le dio una colleja por lo dicho y Mario hizo un puchero, entrando con Martín a la sala de control. Allí, a través de una pantalla de ordenador se podía ver el interrogatorio. No hubo nada del otro mundo, Raúl tenía una coartada y no tenía un motivo por el que matar a su mejor amiga o violarla. Cuando terminó el interrogatorio Eloy se acercó a Martín, quién miraba la pizarra con seriedad, buscando algo que se les hubiera pasado por alto. Dejó su maletín en el suelo y rodeó la cintura del Omega con sus fuertes brazos, apoyando su cabeza en el hombro izquierdo de Martín y mirando también hacia la pizarra.

— Recuerda que por la noche si estaré en casa —

— Eso espero... Preparé tu comida favorita —

Eloy para despedirse besó el cuello de Martín y revolvió su rojizo cabello cariñosamente.

— ¿Interrumpo algo? — preguntó Mario separando su móvil de la oreja dirigiéndose hacia Eloy y Martín.

— Ya me iba — dijo Eloy cogiendo su maletín y marchándose por el pasillo.

— ¿Qué ocurre Mario? — preguntó Martín sin quitar la sonrisa tonta de su cara.

— Marcos me ha llamado, quiere que bajemos, tiene una nueva pista que deberíamos ver — le explicó caminando hacia el ascensor, dirección que había tomado Eloy también.

Al llegar para esperar el transporte del edificio, Mario se esforzó por estar en medio de la pareja. No era que le cayera mal Eloy, pero sentía que algo estaba mal con él últimamente, y las ojeras de Martín eran la prueba de unos de sus tantos crímenes arremetidos contra su hermano mayor. Al entrar Mario no cambió su posición, y en todo el camino estuvo firme frente a las miradas discretas que Eloy le echaba a Martín. Por fin llegaron a la planta del forense y vio a Martín darse la vuelta mientras caminaba marcha atrás para despedirse de Eloy con un saludo de mano.

— Hola Marcos ¿Qué tienes nuevo para nosotros? — preguntó Martín volviendo a ser serio como siempre.

— No lo puse en el informe porque lo estaba investigando todavía y necesitabais un informe, pero bajo las uñas de Lisa no solo he encontrado cutículas de piel, sino restos de tela oscura —

Quiero Volver ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora