Cap. 28

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Marcos y Mario fueron a la comisaría tras dejar la casa. No se encontrarían a nadie allí ya que era el turno de noche y ese se hacía en otra planta. Fueron directamente al laboratorio, en la misma planta de las autopsias, en donde se investigaban las diferentes sustancias que la víctima se había tomado antes de morir, para saber si había sido drogado, envenenado o ninguna de las anteriores.

Marcos sacó la caja de bombones y cogió una muestra de cada uno para analizarlo. En todas las muestras salió negativo el test, por lo que en realidad Martín no había sido expuesto frente a ninguna droga. Pero al analizar os chocolates de licor, el test salió positivo. Esos bombones de licor eran sus favoritos, pero al contrario que el resto, eran los únicos que habían permanecido intactos. Marcos analizó esa sustancia. Efectivamente, era un fuerte estimulador que, en grandes cantidades, como estaba añadido, podía dejar el cuerpo entumecido y dormido por minutos antes de sentir los efectos de la droga; y tras ese entumecimiento, la mente se le hubiera nublado y no hubiera sido consciente de sus actos.

— Aquí tenemos la droga — dijo orgulloso de su trabajo Marcos.

— Pero Martín no se ha comido los chocolates de licor, que son los que contenían la droga —recalcó Mario viendo los resultados.

Mario resopló, su compañero tenía razón. Entonces ambos se miraron rápidamente a los ojos cayeno en la cuenta de algo.

— Las feromonas de Martín eran fuertes, ¿Verdad? — preguntó Marcos pareciendo tener una idea de lo que ocurría.

— Muy fuertes, me tenían amarrado a él — aseguró Mario, afirmando así la teoría de Marcos con el pensamiento.

— A la de tres decimos lo que pensamos — propuso Marcos sonriendo.

— 1... 2... ¡3! ¡No está embarazado y está en celo! — dijeron a la vez chocando los cinco.

Ambos sonrieron y empezaron a recoger las cosas para marcharse de allí.

— Tenemos que volver a tu casa. Su celo dura cuatro días de forma aproximada, así que necesitamos ropa para ti y tenemos que revisar su móvil. Además de que seguramente haya pastillas supresoras por ahí que nos confirmen nuestras sospechas —

— El móvil está sobre la mesa, pero las pastillas si están en la ropa dudo que podamos entrar a por ellas — avisó Mario.

— No seas negativo — dijo Marcos subiendo al ascensor con el Alpha para bajar al parking, dando con la casualidad de que Eloy entraba al edificio.

— Eloy... — dijeron algo cortados — ¿Qué haces aquí a estas horas? Nuestra unidad ya se ha ido a casa — avisó Mario.

— Vengo por un asunto de un cliente que me ha contratado — dijo sonando intentando sonar convincente.

— Ah... ¿E estas horas? — Eloy no respondió, tan solo asintió con una sonrisa algo forzada — Pues suerte con ello — se apresuró a decir Marcos.

Ellos salieron y Eloy entró al ascensor, pero antes de irse le dio al botón para detener las puertas y mantenerlas abiertas.

— Por cierto... No sabréis donde está Martín, ¿No? En el hospital no está y no me dijo nada de que le hubieran dado de alta — dijo alzando una ceja al mirar a los dos jóvenes.

— Pues la verdad que no lo sabemos, acabamos de salir del laboratorio, ya sabes, terminando de hacer unas pruebas y eso... Pero tampoco sabía que le hubieran dado de alta... Pensé que habíais vuelto a tener buena relación... Bueno, él esta embarazado — dijo algo nervioso Marcos. Eso de mentir no se le daba muy bien.

— Si, claro, es verdad, está embarazado... Un sueño que cualquier Alpha quisiera cumplir con el Omega al que ama — dijo sonriendo poco confiable.

— Ya, claro... por cierto... No sabrás cuales son los bombones favoritos de Martín por casualidad, ¿No? Es que sabiendo esto... Me gustaría llevarle a su casa unos bombones, porque seguramente esté allí — preguntó Marcos con segundas intenciones.

Quiero Volver ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora