Cap. 29

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Mario no se creía las palabras que acababa de escuchar del Omega frente a él, había malinterpretado todo y hasta incluso había considerado enfadarse con él por minutos.

No lo pensó mucho y se abalanzó sobre esos labios que ya hacía tiempo que había probado, pero que cada vez que volvían a entrar en contacto, le hacían sentir una sensación que siempre le hacía querer más y más. Se separaron con la falta de aire y ambos se ruborizaron.

— Perdón, me deje llevar — dijo levantándose a por un vaso de agua.

— No pasa nada... He sido yo al decirte todo eso — se disculpó Marcos mirando al suelo.

— ¿Pero lo has dicho en serio? —

— Claro que sí, siempre digo las cosas en serio -

— Entonces con eso me vale por el momento, hablemos de ello más tarde con más tranquilidad, ¿Sí? —

— Okey —

Mario fue a la cocina mientras Marcos se quedaba sentado en el sofá con un rubor en las mejillas y Kai entre sus piernas esperando recibir mimos por su parte. Mario al ver esa escena casi se ahoga con el agua, pero en el momento en el que el aire casi falta en sus pulmones, fue cuando recordó la vez que Martin le había dicho su contraseña en el caso de una emergencia.

— ¡Se cual es la contraseña! — dijo llegando corriendo al sofá y sentándose de golpe al lado de Marcos haciéndole brincar un poco.

Cogió el móvil y tras meditarlo un poco más, empezó a marcar en el teclado una serie de letras y números combinados. Iba lento, con la duda de si serían esos dígitos los correctos y no otros. Puso el ultimo dígito, y como si fuera el botón que enciende una bomba, lo apretó con miedo. El móvil no se desbloqueó, por el contrario, salió un mensaje en el que ponía que les quedaban dos oportunidades más antes de que se bloqueara el móvil y tuvieran que meter el número del puk, el cual nadie se aprendía porque nunca se llega a bloquear el móvil hasta ese punto.

Mario trago saliva, sabía que tenía los dígitos en la cabeza, pero se había confundido en alguna y ahora la duda lo llenaba por completo. Marcos poso sus manos sobre su hombro para relajarlo, y pareció funcionar cuando su expresión se relajó y volvió a marcar una serie de letras y dígitos, pero otra vez había fallado. Solo les quedaba una oportunidad, y aunque el registro de llamadas no era tan importante, igual podrían sacar algo en clave de los chats.

Con tranquilidad y respirando hondo antes de poner cada digito, Mario volvió a marcar la contraseña dictándola en alto para ver si sonaba mejor fuera que dentro de su cabeza. Al poner el ultimo digito cerró los ojos, se sintió peor que cuando en las películas tenían que desactivar una bomba. La pantalla del móvil se iluminó y ambos suspiraron más tranquilos.

Fueron directamente al registro de llamadas y en efecto, la anteúltima llamada había sido de Eloy, y la última de Cristóbal, entonces Mario comprendido como Cristóbal había acabado yendo a su casa.

— Ya que estamos dentro de su móvil no creo que pase nada por ver algunos mensajes — dijo Marcos empezando a cotillear.

— Eso no estaba en los planes — refutó Mario

— En realidad nunca ha habido un plan, todo ha ido surgiendo según la marcha, a veces improvisar está bien, además, todo son pruebas, podríamos encontrarnos con algo grande aquí dentro —

Entraron al chat que tenía con Eloy, y la verdad es que el chat no era muy animado. Quien más hablaba era Martín preguntándole si venía a comer, si venía a cenar, si estaba bien, si se sentía mal... había algunas imágenes obscenas que se omitían con rapidez, además de mensajes preguntando por cuando volvería para pasar el celo juntos. La verdad es que Martín había sido poco atendido en su vida sexual y era por esa que, al volver a la pantalla de inicio, se podía ver una página de internet que te llevaba directamente al porno con el que parecía masturbarse; al igual que su historial del Amazon donde las búsquedas más usadas llevaban a objetos sexuales para satisfacerse a uno mismo.

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