Martín gimoteo por falta de atención y Cristóbal gruñó cuando se restregó contra su entrepierna despierta, rozando sus piernas desnudas y suaves contra la parte interna de los muslos del Alpha. Ambos se empezaron a besar con furia y desesperación, entremezclando sus lenguas, su saliva... Cristóbal acabó por quitarse el pantalón, dándole la vuelta a Martín en la cama poniéndole en cuatro, quitándole el bóxer de golpe, arrancando la prenda del cuerpo del Omega, haciéndole soltar un jadeo de sorpresa y a la vez un ronroneo de placer por la iniciativa dominante del Alpha, algo que obviamente le gustaba.
Los ojos de Cristóbal eran amarillos, su color negruzco había desaparecido por completo, sus caninos habían crecido unos milímetros más y su excitación se hacía presente mientras sometía al Omega con sus feromonas dominantes, haciéndole jadear mientras retorcía las sábanas entre sus dedos, mientras de su boca abierta salían claros jadeos y gemidos de súplica por atención, de placer cada vez que el Alpha lo tocaba, de deseo cuando sus ojos rojos claros lo veían sudar, lo veían tensar sus músculos fuertes y ejercitados, lo veían gruñir de placer y desesperación por penetrar al Omega. Ambos estaban más excitados de lo normal, nunca habían podido estar de ese modo en el pasado debido a las estrictas normas de las feromonas en el servicio; así que esa era su primera vez experimentando el sexo en ese estado de descontrol e instintos.
Cristóbal cogió las nalgas de Martín con ambas manos y las separó ejerciendo fuerza con sus dedos largos, acercando sus pulgares a la entrada húmeda y chorreante de lubricante. Sonrió al ver la humedad en el Omega, símbolo de su excitación, y en su sonrisa mostró sus blancos dientes cuando empezó a rozar la entrada con sus dedos pulgares y mediante movimientos circulares, los cuales el Omega tenía la necesidad de profundizar al sentir ese cosquilleo placentero picarle en el cuerpo.
Martín llevó una de sus manos a su miembro. Quería correrse, pero todavía no estaba en ese punto de placer máximo para sentir esa corriente eléctrica placentera que le sacudía el cuerpo.
Cristóbal viendo las intenciones de Martín le cogió la mano traviesa y la puso sobre su espalda, de forma que así el Omega no podría tocarse de más, y solo él, su Alpha, podría hacerlo. Sin previo aviso introdujo uno de sus pulgares por el agujero chorreante de Martín, quién soltó un gemido mezclado con dolor y placer que fue música para los oídos de Cristóbal. Este sonrió, sacó el dedo, y posicionó a Martín un poco más adelante de la cama, con su cara apoyada sobre la almohada, aunque esta pasó a estar bajo su pecho para que, al ser atendido, no se ahogara con el mullido objeto al gemir y boquear por aire.Cristóbal separó las piernas de Martín, temblorosas por la situación, y se tumbó boca arriba entre ellas, quedando con el pequeño miembro de Martín sobre su cara. Cuando su lengua salió de su boca y rozó la punta del pequeño miembro, Martín soltó un fuerte jadeo como ahogo de un gemido. De una se lo metió en la boca mientras a la vez, metía su dedo índice por la entrada del Omega, con la intención de dilatarlo sin hacerle daño mientras recibía placer por la delantera. Su boca subía y bajaba con la compañía de sus manos, que masajeaba de arriba a abajo también. Metió un segundo dedo y los empezó a mover con sutileza, encargándose de no desperdiciar el lubricante que empezaba a caer por su antebrazo hacia su codo.
Las expresiones de Martín eran claras de puro placer acumulado durante años. Sus ojos rodaban cada vez que los dedos de Cristóbal iban más y más adentro de sí. Con una mano sujetando las sábanas, y la otra apoyada en el cabecero, empezó a subir y bajar su cadera al son de Cristóbal para ir más profundo en la garganta del Alpha. Sentía como se acercaba ese clímax que lo tenía loco y quería llegar rápido.
— ¡Ah! Más rápido... ¡Más...! — gimió con su voz distorsionada por el placer.
Cristóbal internamente sonrió al provocar esa reacción en el Omega, en su agujero ya había tres dedos entrando y saliendo con facilidad, y en su boca podía notar que su pequeño miembro ya estaba a punto de venirse, por lo que se detuvo de forma lenta, escuchando a su paso un fuerte quejido de reclamo que le hizo sonreír mientras se relamía sus labios.
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Quiero Volver Contigo
AcciónKay se puso alerta, mirando la puerta con recelo y supo que estaba en problemas. - ¡Martín! ¡Sorpresa, estoy en casa! - Kay ladró, Martín escuchó las llaves ser posadas sobre la mesita de la entrada y vió la figura de Eloy trajeado aparecer por el s...