Cap. 34

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Martín vio a Cristóbal asentir y se relajó. Esa droga era una nueva invención que funcionaba a partir del estrés y el rechazo de la víctima de forma fatal en su cuerpo.

El Omega fue a avanzar cuando sintió un pinchazo horrible en su vientre bajo y otro en su cabeza, que le hizo caer de rodillas y llevarse las manos a ella manchándose con la sangre de Cristóbal de su manga la frente. El dolor se expandió a su estómago y allí mismo acabó vomitando quedando indefenso y débil. Cristóbal quiso cogerle en brazos, pero se adelantó el coronel, quién de dos zancadas pasó sus manos bajo los hombros de Martín para alzarle y cargarle al estilo princesa.

— Suéltame... — dijo el Omega en un gruñido fuerte.

— Si quieres verte débil frente a los niños con gusto te bajaré, si quieres mantener tu orgullo quédate quieto —

— Ya me estás quitando mi orgullo haciendo esto, por más que pierda me da igual — dijo bajándose para caminar con dificultad tras el Alpha que lo miraba con una ceja alzada peor orgulloso de las agallas del Omega.

Los niños seguían mirando con curiosidad, y Martín se encogió por dentro sabiendo cual había sido el final para muchos de sus padres. Después miró al coronel, quien había sido alguien muy cercano a él, sin creerse que había sido capaz de hacer algo tan atroz como eso.

Siguieron caminando un poco más hasta una tienda de tela blanca con una cruz en rojo: la enfermería.

— Trátalo, lo quiero sano — dijo el coronel a uno de los médicos que se acercó a mí.

Martín se resistió al tacto frío del guante de látex. Sabía cómo funcionaban las cosas allí, y antes de que lo revisaran de arriba abajo, por dentro y por fuera, prefería decir que le pasaba.

— Me tomé un supresor de Alpha llegado mi celo — avisé al doctor Beta que estaba frente a mí.

— ¿Un lavado de estómago coronel? — preguntó mirando al Alpha tras de mí.

— Lo que sea, lo quiero en buenas condiciones. No le des nada después —

— ¿Pero no íbamos a... ? —

El doctor se calló al instante tras la dura mirada del coronel y Martín quedó con la duda ante esa pregunta sin acabar.

— Ni él, ni Cristóbal, ni una larga lista están dentro del programa. Pensé que lo había dejado claro en la reunión de hace dos días —

— Lo siento coronel, no pude asistir ayer y por eso no me enteré —

El coronel asintió, miró a Martín sonriendo y fue del lado de Cristóbal, a quien le habían tratado para la nariz, y le habían inyectado algo que lo había hecho caer al suelo y empezar a vomitar metido en convulsiones.

Martín quiso acercarse, pero el doctor lo detuvo.

— No te lo recomiendo —

— Pero... —

— Si quieres salir de aquí déjame ayudarte —

Martín alzó una ceja confuso.

— ¿Como dice? —

— El Alpha de la gabardina junto con el coronel, tiene un chip grabadora de audio y vídeo. Roger me ha contactó hace unos días para que estuviera atento de tu llegada — explicó brevemente.

— ¿Roger? ¿Está bien? ¿Qué hay del resto? —

El doctor hizo una mueca de silencio y Martin comprendió que su reacción había sido demasiado. Estaba emocionado de saber de sus amigos, pero tenía que mantener la fachada.

Quiero Volver ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora