Cap. 23

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Martín se despertaba tranquilo, sentía como si estuviera renovado y lleno de energía. El doctor había llegado pronto a su revisión y le había dicho que para la tarde podía estar en casa. Martín se había puesto muy feliz; y nada más el doctor había salido de la habitación se había puesto la ropa de salir a la calle, dejando de lado la bata de hospital molesta. Miró los bombones y abrió la caja, cogiendo uno de chocolate blanco. Estaba muy rico... Y por fin su paladar sentía algo que no fuera sopa sosa o tortilla de jamón serrano super salado. Cogió otro bombón de chocolate negro y sintió el amargor recorrer sus papilas gustativas tras dar un toque dulce que pronto se había desvanecido. No era su chocolate favorito, pero era más sano que el resto y el toque amargo no le quedaba mal. Cogió otro chocolate blanco para endulzar su boca otra vez y cerró la caja para sentarse en la cama con su móvil otra vez.

Entre sus contactos cercanos estaban Cristóbal, Eloy y Mario. Su dedo gordo pasó por los dos primeros, debatiéndose sobre llamar a uno o a otro, pero tras meditarlo bien, decidió llamar a Mario. Dieron varios tonos hasta que la vi adormilada de Mario sonó por la línea.

— Buenos días — dijo con una sonrisa siendo consciente de que lo había despertado.

— ¿Qué haces despierto tan pronto? — preguntó bostezando — Ni siquiera dan las 9 —

— Tú tienes que ir a trabajar, y yo es que estoy acostumbrado a despertarme pronto —

Se escuchó el sonido de interrogación, los sonidos de los muelles de la cama sonando, las sábanas siendo apartadas y un grito de desesperación al ver que su reloj estaba mal y su alarma no había sonado para despertarle e ir al trabajo.

— ¡Joder! — gritó.

Martín rió mientras escuchaba los pasos apresurados de Mario por toda la casa.

— Está tarde me dan de alta, así que iré a casa —

— Bien, te invito a cenar en mi casa, y así recoges a Kai, que lo tengo aquí — dijo con dificultad mientras se ponía la ropa de prisa y se oía las uñas de Kai deslizarse por el suelo de la casa al correr tras Mario.

— Claro, entonces luego te llamo y vienes a por mí —

— Eso está hecho —

Martín colgó y nada más hacerlo su cuerpo se levantó de la cama de un salto al escuchar los gritos de las enfermeras. Habían sido desgarradores, y eso le hizo salir corriendo para acudir al auxilio. Se vio frente la habitación de Maia. La gente obstaculizaba la entrada y tuvo que apartarlos bajo su identificación como policía mientras desalojaban la habitación.

Entró a la habitación y se horrorizó. La sangre salpicaba las paredes y las ventanas, al igual que el suelo en donde charcos de sangre se habían formado. La sangre parecía reciente pero seca por los laterales, era de ayer como máximo. Se acercó a los dos cuerpos que yacían sin vida. Uno era el de Maia, el más cercano a la puerta, estaba bocabajo, con el brazo derecho alargado hacia la puerta, y con el izquierdo pegado a su cuerpo. Sus piernas estaban flexionadas levemente y su espalda estaba llena de acuchillados, todas irregulares otra vez, con el mismo estampado que la de su espalda, en donde se habían vuelto a abrir los puntos. También había heridas de disparos que se habrían hecho con silenciador. Su boca estaba entreabierta y su cara girada hacia un costado, por la comisura de sus labios bajaba sangre, haciendo un pequeño charco. Había signos de pelea, la sangre de la pared tenía forma de salpicadura, al igual que había marcas de sangre de manos en la pared y suelo. Los cajones de la mesita a su lado parecían haber sido medio sacados en un intento de protegerse con ellos, pero parecían no haber salido de sus sitios y no habían sido de ayuda. Los aparatos que habían estado conectados a Maia estaban por el suelo, con alguna manchan de sangre. Martín los colocó con la ropa para no dejar mis huellas y los separó de la zona. Esa sangre podía ser de los agresores.

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