La aldea Kohda (parte 3)

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Luego trató de hallar alguna otra puerta en donde pudiera hallar a Brial, pero no había ninguna. Notó que donde estaba el tronco, sobre el que se sentaba Ma-nóm, había unas losetas sueltas. Las removió y descubrió una escotilla de madera que no tenía llave. Bajó por unas escaleras de madera y encontró un lugar oscuro y húmedo. Había cuatro celdas que olían a estiércol y carne podrida. Era un olor tan terrible que era un milagro si algo pudiera permanecer con vida en ese lugar. Cualquiera hubiera muerto ahí si no fuera porque tenía un respiradero que daba hacia algún otro cuarto o hacia la mina.

—¿Nahás? —Entre la oscuridad se escuchó voz de Brial.

—Kalos Brial. Aquí estoy, vine a rescatarla —Nahás metió su mano en la celda en donde fue tomada por la fría y débil mano de la Kalos.

—Pero Nahás... —el miedo fue claro en la voz de ella— hay un reptil aquí... tal y como me habían informado. Pero es enorme y poderoso.

—Si lo sé —respondió Nahás mientras tocaba con su mano una cadena que impedía que la puerta se abriera—. Lo he matado. Ahora sólo necesitamos salir.

—Pero ¿Cómo?... —Brial manifestó una sorpresa en sus palabras— ¡¿Cómo que lo has matado?! Si era un gigantesco reptil — Y en verdad lo era. Ma-nóm sería clasificado como un gran reptil pues no tenía la forma ordinaria de aquellos que caían de las nubes, además que contaba con un tamaño y habilidades superiores. Esas rocas en su brazo eran exclusivas.

Nahás no respondió pues había hallado un candado con cerrojo y trataba de encontrar algo para abrirlo.

—Ahora regreso, no tardo —Nahás se dirigió a la escalera por donde había bajado y regresó al cuarto donde estaba Ma-nóm muerto.

Sabiendo que no podía rescatar la espada del cuerpo del reptil, se dirigió hacia el cuarto anterior a buscar la lanza que había dejado enterrada en el cuerpo de uno de los guardias. Movió la mesa que obstaculizaba la entrada y abrió la pesada puerta. Apenas hubo tomado la lanza del guardia, bueno, del cadáver de Fiaro, escuchó el sonido de hombres que venían desde los túneles de la mina. Seguramente habían oído los gritos de muerte de Ma-nóm y venían a averiguar qué había ocurrido.

Nahás se apresuró a regresar con Brial, pero mientras pasaba junto al cuerpo de Ma-Nóm se comenzó a sentir débil y mareado, su corazón comenzó a bombear sangre con fuerza y el aire le faltó. La rodilla de su pierna lesionada tocó el piso enlosado y trató de mantenerse en pie sosteniéndose de la lanza.

Un destello iluminó la cámara. Una luz apareció frente a Nahás y éste apenas pudo voltear al verla, pues era muy brillante.

—Tú has sido elegido —Nahás escuchó la voz de una persona que hablaba, pero no podía verla por cuanto la luz era muy intensa—. La Luz te ha elegido, Nahás. Tienes un propósito.

—¿Quién eres? —preguntó Nahás con la poca fuerza que tenía y con el poco aire que exhalaba.

—Se te ha otorgado este regalo. Recíbelo de parte de la Luz —continuó diciendo aquél ser de luz que Nahás no podía mirar—. Sé fuerte, lucha contra todos tus enemigos y nunca te rindas.

Delante de Nahás se materializó una piedra color blanco brillante. Tenía líneas rectas que simulaban figuras geométricas incompletas. Era como de cristal y de las líneas grabadas emitía luz blanca.

—¿Quién eres? —preguntó Nahás con la poca fuerza que tenía y con el poco aire que exhalaba. Apenas podía abrir sus ojos por el resplandor.

La fuerza de tus enemigos sea tu fuerza. Cumple tu destino. Esfuérzate.

El reino de Plata. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora