La petición desde Dogo (Parte 2)

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Al día siguiente, ascendieron cinco argogs desde el cuartel de Faelt

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Al día siguiente, ascendieron cinco argogs desde el cuartel de Faelt. En uno iba el Keios Kank, en otro Brial y Nahás; en otro Ludgo, solo; y otros dos argogs con soldados que los protegerían. Brial había aprendido la lección de no ir sola y Kank había aprendido la lección de no arriesgar a sus tropas. Si iban a haber bajas, serían de Dogo.

Nahás se había quedado con la capa de viajero que había tomado del aposento de As-Milba. Como tenía una capucha, se la ponía en todo tiempo para no llamar la atención de cualquier otro jinete de argog que patrullara cerca de ellos.

Al ver la ciudad de Retae, el Keios Kank descendió y dejó al grupo.

—¡Nos vemos en Ligal! —gritó.

Al atardecer, los cuatro argogs llegaron a Aforás, ciudad en el extremo Sur de Rafet, en donde descansaron en un cuartel de vigilancia donde los soldados los recibieron muy bien. Ya todos habían escuchado de Nahás, aunque lo veían con desconcierto, pues estaban acostumbrados a dispararle flechas a todo lo que tuviera los ojos color ámbar.

En las afuera de Aforás, Brial había sido lesionada por un reptil el año pasado. Habían incursionado en las cuevas de Markota, en el monte de Forea. Pero los reptiles huyeron, y durante la persecución uno de ellos le golpeó con sus garras, y le había lesionado de gravedad su costado izquierdo. Estuvo seis meses incapacitada.

Aforás era una ciudad muy hermosa que estaba a la orilla de un pequeño lago del mismo nombre. Al estar en las faldas del monte Forea les había permitido extraer grandes rocas que fueron introduciendo al lago, logrando cimentar grandes construcciones sobre el agua cristalina. A Brial le hubiera gustado ir al puerto, pero tenían que descansar para salir temprano.

Al día siguiente partieron en medio de una lluvia ligera.

El argog de Ludgo se llamaba Lijayak. Era totalmente negro y un poco más grande que Kipumk. Esto, aunque era bueno a la hora de hacer recorridos largos porque podía soportar más peso, en batalla le daba una menor movilidad.

Ludgo, quien estaba a cargo del grupo, pensó en descender hasta que pasara la lluvia, pero como estaban sobre la cadena montañosa del monte Forea no era sabio detenerse en un lugar donde no pudieran ser rescatados en caso de algún percance. Decidió desviarse un poco más hacia el Oeste para cruzar a la altura del Paso Estrecho, en donde estaba el camino que se usaba para viajar entre ambos dominios por tierra.

Como la lluvia siguió incrementando, decidieron descender un poco. Esto redujo su velocidad, pues los argogs tenían que aletear más. Ludgo decidió terminar el recorrido cuando todavía estaban muy lejos de la ciudad de At-Rikón y todavía no anochecía. De todos modos no iban a llegar hasta la ciudad, sino que pensaban acampar en las afueras.

Dormirían temprano para que el soldado que iba a ser enviado como emisario pudiera despegar durante la madrugada y llegara con mucho tiempo de anticipación.

El reino de Plata. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora