La aldea Kohda (parte 1)

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Luego de correr todo el día, Nahás decidió descansar y se quedó dormido, se trataba de un reptil azul, un color muy raro, pero eso no lo convertía en una súper criatura. Era normal que los hombres pensaran que los reptiles, que tenían una inteligencia, velocidad y resistencia superiores, tampoco necesitaban descansar, pero no era así. Vareo y Yarmo, los dos soles de Amna ya se habían ocultado dejando que el cielo rosa se pintara de tonos morados y amarillos. El monte que hubo subido durante el día estaba cubierto por el follaje de árboles grandes y altos, del color característico de Rafet, el verde turqués. Aunque dormir a la intemperie nunca había sido un problema para él, ahora estaba lejos del lago Torripe en donde había crecido, así que permaneció alerta hasta que el sueño lo venció.

Se despertó en la madrugada y comió unos hongos que sobresalieron de las raíces de un árbol frondoso. Luego bajó del monte y se acercó a la aldea, ocultándose, tratando de localizar dónde podría estar Brial.

La aldea era un área despejada de forma circular rodeada de chozas pequeñas y árboles frondosos, entre una montaña y el río. La mayor actividad estaba del lado de la montaña pues, distinto a los que pudiera parecer, no había muchas balsas o barcas que supusieran una actividad pesquera.

En el extremo de la aldea que daba a la montaña había un arco grande con detalles dorados, que señalaba la entrada al bosque y que conducía a un lugar que no era posible visualizar por lo espeso del follaje

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En el extremo de la aldea que daba a la montaña había un arco grande con detalles dorados, que señalaba la entrada al bosque y que conducía a un lugar que no era posible visualizar por lo espeso del follaje. Parecía un lugar importante, por lo que Nahás infirió ahí podría estar Brial. Este arco se elevaba por encima de las demás construcciones y parecía como si no fuera parte de todo lo que le rodeaba. Era de piedra tallada color negro y tenía líneas grabadas pintadas de morado y rojo.

Muchos hombres entraban, pero pocos salían. Guardias con armas de hierro vigilaban la entrada mirando quién ingresaba. Lo detenían, miraban su rostro y lo dejaban pasar. Definitivamente era un lugar importante.

El círculo en medio de la aldea era un lugar común para todos los demás. Había niños jugando, personas comerciando y diversas actividades. Nahás pudo notar cómo una mujer preparaba su comida con tristeza.

Mientras vigilaba, escuchó a un grupo de hombres que caminaban por el bosque hacia la aldea. Venían hablando sobre la comida que tenían que preparar, de cómo no le agradaba mucho comer a una cabra, pero que era necesario acostumbrarse.

Los soles cayeron nuevamente y los hombres comenzaron a salir del arco dorado, cansados. Cada uno llevaba en su mano una piedra, el pago de su trabajo. Debía ser muy bueno como para estar en ese lugar, vigilados todo el díay para salir a donde les servían algo desagradable de comer.

Cuando el cielo estuvo completamente oscuro, Nahás decidió rodear la aldea para ver qué había entre el arco y la montaña. Antes de irse pudo notar cómo algunos de los hombres no aceptaron la comida y se empezó un pequeño conato de pleito.

Rodeó la aldea subiendo por la montaña y bajó de nuevo, evitando tener que entrar por el arco. Estando a la altura del suelo pudo darse cuenta que el arco sólo era la entrada a un camino enlosado oculto por el bosque, y que éste llevaba a una mina. Los hombres que entraban y salían del arco trabajaban en ella.

El reino de Plata. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora