Garras (Parte 2)

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Cuando llegaron a una altura considerable, tomaron un camino peligroso pasando por un pequeño camino en el borde de la montaña, con una caída que resultaría mortal

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Cuando llegaron a una altura considerable, tomaron un camino peligroso pasando por un pequeño camino en el borde de la montaña, con una caída que resultaría mortal. El camino estaba pedregoso y no era ningún problema para los leones, pero sí representaba un riesgo muy grande para las pezuñas de los carneros, el ciervo y el becerro. Llegaron a un muro artificial que estaba destruido. El león joven les estaba esperando.

—Ese retoño es espectacular. Mi padre está muy feliz, nunca lo había visto así. Síganme, por favor.

El optimismo que desprendía el joven león contrastaba con la tristeza en el rostro de los carneros y del becerro. Neafi estaba más bien alerta. Si bien le dolía la muerte de Eseo, estaba preocupado por el resto de sus acompañantes, pues ahora él era el más fuerte el grupo y nada podría hacer para defenderlos si los leones decidían atacarlos.

Cruzando la enorme pared derribada, llegaron a lo que fue una ciudadela. Luego de pasar otra pared interna, llegaron a lo que mucho tiempo antes fue una fortaleza alta. En algún momento tuvo una puerta recta, muy grande, de la que sólo quedaban restos quemados. El joven león les dijo que la fortaleza se llamaba Aral-Dubéj.

Cuando ingresaron al edificio pudieron ver un salón grande rodeado de cuartos alrededor, tenía cuatro niveles

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Cuando ingresaron al edificio pudieron ver un salón grande rodeado de cuartos alrededor, tenía cuatro niveles. Aunque era de corte militar, había sido modificada para ser habitada por personas civiles y adineradas. Las mesas de madera fina, las cortinas puestas de manera improvisada, las alfombras en lo que alguna vez fueron cuartos habitados por hombres. Todo denotaba que aquella fortaleza había sido usaba como último refugio de una monarquía humana.

Estando dentro, hallaron otra puerta grande, opuesta a la que usaron para ingresar. A través de ella se llegaba a otra explanada, para uso de las tropas. Encima de esta puerta estaba un balcón que miraba hacia adentro de la fortaleza y al que sólo se podía acceder desde la habitación principal, en el tercer piso. Si hubo alguna vez algún rey o líder importante, ese era su sitio.

La fortaleza de Aral-Dubéj había sido ocupada por los leones. Éstos comenzaron a salir amenazadores desde sus habitaciones en cuanto escucharon las pezuñas del ganado. No habían sido iluminados por la luz del retoño, así que los veían como comida. El joven león rugió con fuerza y los leones desistieron, como si les hubiera ordenado aplacar sus instintos. Caminaron por en medio del salón y subiendo por unas escaleras; llegaron al tercer nivel en donde pudieron acceder a la habitación principal, en donde los estaba esperando el león viejo.

El reino de Plata. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora