28: Hijito de mami

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Un grupo de topógrafos se hallaba a las afueras de Real Dorado, llevando a cabo un estudio de suelo para la construcción de un libramiento. Era una tierra estéril, inhóspita y ardiente cuyas extraordinarias dimensiones daban la ilusión de que se tocaba con la inmensidad del cielo, poblada de escasos matorrales diseminados por doquier. Era sin dudas el aspecto de una tierra de nadie, perfecta para desaparecer sin ser extrañado.

El ingeniero a cargo reía y bromeaba con sus subordinados para hacerles la jornada más amena, hasta que de pronto tuvo ganas de orinar. Así pues, silbando una melodía, se apartó del grupo y se encaminó a unos matorrales que cubrían una hondonada. Tras confirmar que nadie lo veía, se dispuso a hacer lo suyo.

Sin embargo, antes de empezar distinguió un bulto medio escondido que llamó su atención.

Entonces se subió la bragueta y se acercó para averiguar qué era, notando que, entre las hierbas de esa mata, se podía apreciar una maleta deteriorada por atroces quemaduras, las cuales dejaban ver algo horrible.

–¡Ave María purísima! –gritó con voz en cuello, cayó de espaldas y retrocedió arrastrándose.

El resto de los topógrafos se acercó corriendo.

–¡Ingeniero! ¿Está usted bien?

–¡Un muerto! ¡Un muerto! ¡Ahí hay un muerto!

Los más morbosos se fueron acercando a la hondonada, para ver con sus propios ojos a aquel cadáver empaquetado, exhibido a medias debido al material calcinado de la valija.

Se dio parte a las autoridades correspondientes, que llevaron a cabo todas las diligencias, incluyendo la necropsia y citar a familiares de desaparecidas que coincidieran con el perfil del cadáver. Y así, el padre de Diana pasó por el indescriptible dolor de encontrar a su hija sobre una plancha de la morgue.

Fue así como el caso de desaparición de Diana Laura Sánchez pasó a ser de feminicidio, calificado de máxima crueldad; y aunque la espantosa noticia se mencionó en los medios, pronto se vio opacada por el gran escándalo de la señora Yolanda Garza de Rianchos.

El homicidio cometido por la poderosa dama en el Fito's Passerella lo acaparó todo; desde la prensa amarillista hasta las redes sociales. No se tuvo miramiento alguno al revelar quién había sido la víctima y las razones por las cuales la habían liquidado. Todo Real Dorado estaba pendiente de cualquier dato referente al caso, llegando al punto en que no había quien no supiera o no quisiera saber algo acerca de ésta polémica.

Aunado a esto, cuando por fin se hizo público el deceso de don Abel Rianchos, toda propiedad de los Rianchos fue requisada por el gobierno estatal, con el pretexto de descubrir cualquier lavado de dinero, delito que se le imputaba a la familia. Entre todas esas empresas que estaban en paro, se encontraba el Siete Leguas y Maquilados del Norte, de manera que miles de empleados se vieron forzados a volver a sus casas, atentos a cualquier noticia que afectara sus ahora inseguras situaciones laborales.

De todo esto se enteraba Fabiola, mientras se tomaba unos días libres en su casa paterna; luego de tan traumático suceso en su departamento, simplemente no pudo regresar. Así pues, cobrándose el favorcito que su querido director del hospital le debía, pidió unas vacaciones en las que rescindió su contrato de renta y con ayuda de su familia sacó todas sus cosas, regresando a la casa donde se había criado.

Se encontraba dormitando en la sala, mientras veía en la televisión a una reportera a las afueras de la morgue, enlistando los pormenores de la occisa: se llamaba María Guadalupe Arellano Cruz, de treinta años, se había dedicado a la prostitución con el alias de Elsy la Chuparrosa y tenía un único hijo de dieciocho años, quien se encontraba aún dentro de las instalaciones reconociendo su cadáver.

De Norte a SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora