El amanecer sorprendió a Julián y Marina guarecidos en la semioscuridad de ese humilde cuarto, entrelazados entre las delgadas sábanas. Se encontraban ambos tan agotados por el delicioso desvelo, que dormirían hasta entrado el mediodía. Él descansó muy tranquilo, ya que sabía que no sería requerido en su trabajo ese día, así que abrazó a su novia que despertó amodorrada, y le prodigó ardientes caricias para motivarla a hacer el amor de nueva cuenta, estrenando así el último condón del paquete.
Cuando finalmente el hambre se impuso a sus ansias carnales, Julián preparó el desayuno mientras su novia se duchaba. Una vez que todo estuvo listo, ambos tomaron asiento ante el comedor.
–¿Sabes? –dijo él con una sonrisa–. Es la primera vez en mucho tiempo que no como solo.
Marina lo miró, profundamente conmovida.
–¿En serio? ¿Desde hace cuánto?
–Bueno, en el orfanato comíamos todos juntos; pero cuando cumplí los dieciocho y me fui a trabajar, tuve que arreglármelas –Se encogió de hombros–. Te acostumbras, con el tiempo.
–Ahora que lo mencionas, nunca me has platicado mucho de tu vida en el orfanato.
–No es tan malo como parece. Será que estuve ahí desde bebé, así que no conozco otra cosa.
–¿Nunca te dijeron cómo llegaste ahí? –inquirió la chica, cada vez con más curiosidad.
Julián detuvo el vaso con jugo que llevaba a sus labios.
–Pues...lo único que supe fue lo que me contó la hermana directora...y lo hizo sólo porque se estaba muriendo –hizo una pausa–. En pocas palabras, me dijo que soy producto de la violación de mi madre, que su familia la encerró en un convento y ahí varias veces trató de...deshacerse de mí. Evidentemente no lo logró, pero se quitó la vida poco después de mi nacimiento, consumida por la pena...El único recuerdo que me dejó fue esta medalla de la Virgen que traigo puesta. Qué ironía, ¿no? Mi madre terrenal, la mujer que me dio la vida contra su voluntad, me dejó una imagen de la madre de Dios...
Para entonces, los verdes ojos del muchacho empezaban a enrojecer.
–Disculpa... –balbuceó, mientras se levantaba de la mesa.
Marina también se puso de pie y fue tras él para abrazarlo.
–Nada tienes de qué avergonzarte. Sabes que te amo, ¿verdad?
Julián correspondió al brazo, pues lo necesitaba.
–Yo también te amo, más que a nada en este mundo –declaró, mientras acunaba el rostro amado entre sus manos–. Dime algo; si lo nuestro va bien como hasta ahora... ¿querrías casarte conmigo?
Los castaños ojos de la chica se iluminaron.
–¿Qué dices? ¡Nada me haría más feliz!
–Pero antes...tengo algo que confesarte... –respiró profundo–. Soy un fugitivo. Hace tiempo cometí un homicidio en defensa propia, allá donde vivía. El hombre que maté pertenecía a una familia poderosa, y sé que, si me atrapan, me matarán. Por eso me estoy ocultando con un nombre falso...
Julián observó detenidamente a su amada en busca de alguna reacción negativa, pero ella se mantuvo serena, como si ya lo supiera, e incluso le sonrió dulcemente.
–Por eso te pusiste nervioso esa vez, ¿verdad? Cuando nos conocimos.
–Sí, me asustaste bastante –admitió él, sonriendo también–. Creí que la noticia ya había llegado hasta acá, pero al confirmar que no sólo me confundí más y...mi interés por ti creció.
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De Norte a Sur
RandomJulián ha asesinado al único hijo del mafioso de su cuidad, por lo que recorrerá el país entero ocultando su identidad. Es entonces que va al sur y llega a La Mira, un pueblo costero de calor infernal. Ahí conoce a Marina, una joven que junto a su...