4: Guaruras en fuga

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Julián había dejado atrás, y casi en el olvido, la ciudad que había fungido como escenario de su crimen, pero allá la fiesta recién empezaba. El escándalo del asesinato del joven Rianchos despertaría con más ímpetu que nunca la furia de su peligrosa familia, siendo el preludio de una lluvia de sangre.

Para bien del asesino, todo sería un completo caos desde que los tres guaruras del joven Joan salieran de la cantina, pues estos tres estúpidos tomarían decisiones equivocadas pero necesarias para darle a Julián un poco más de tiempo. De alguna forma, ellos también habían hecho su valiosa contribución para dicho crimen y debían de pagar por ello, pues habían fallado de manera garrafal a quien los había sacado de sus miserias.

Antonio Ocampo y sus padres eran dueños de muchas tiendas, resultado de un "servicio" que el joven Joan requirió de una de las hermanitas de Antonio, de apenas trece años. Por su parte, el Toño recién se había egresado de la "escuela" para sicarios del lugar, y buscaba desesperadamente una oportunidad para demostrar de qué estaba hecho. Tanto fue su afán, que no dudó ni tantito en ofrecer a su propia hermana cual pedazo de carne y luego liquidarla con sus propias manos cuando Joan se lo ordenó, nada más porque la chiquilla ya lo había cansado. Toño no era más que un malnacido criminal que buscaba disfrutar de la vida, un fulanete más corriente que un perro de fonda, que usaba unos lentes de gruesa armazón negra que sólo resaltaban aún más su prieta fealdad. Cuando le convenía hacía uso de su astucia callejera, y casi siempre se salía con la suya. De los tres imbéciles era el más lambiscón con Joan, siempre tratándolo como un rey.

Osvaldo Castro provenía de la típica familia disfuncional cuyo padre los maltrataba a su madre y a él, hasta que un buen día su progenitor lo echó de la casa nomás porque le había tirado sus chelas. Para entonces, las amistades de su barrio ya lo habían convencido de entrarle al crimen organizado, por lo que decidió ser el más fregón de todos y así salir de la miseria a la que sus padres lo habían condenado. Luego de eso pasó por muchísimas pruebas, todas pasándolas con éxito. Incluso llegó a ejecutar con sádica alegría su prueba final, la cual consistía en meterse a una profunda zanga con otros muchachos, todos armados con marros...sobra decir quien fue el único que salió vivo de ahí, siendo reclutado enseguida.

Roque Arellano vivía con sus abuelos, porque era hijo de Elsy la Chuparrosa, una de las prostitutas más afamadas de la ciudad, cuyo cliente principal era el mismísimo Joan Rianchos. Roque era un muchachito moreno y enclenque, que siempre estaba a la sombra de Joan y los otros dos rufianes. Era el único de los tres que no contaba con una preparación como tal, por lo que casi nunca era tomado en serio por sus compañeros, quienes de pendejo nunca lo bajaban. Si estaba ahí, era solamente porque su madre sabía moverse en la cama y no porque estuviese capacitado para el oficio, y por eso todos los días se veía forzado a tolerar estoicamente muchísimos comentarios obscenos y ofensivos acerca de la mujer que le había dado la vida.

Estos tres chicos, al haber recibido favores de los poderosísimos Rianchos Garza, habían literalmente vendido su alma al diablo y por ende eran esclavos del heredero a tan poderoso, pero mal habido trono. Cual perros que le debían la vida a su amo, más les valía acatar todo lo que éste les ordenara.

Sin embargo, los beneficios eran enormes, tanto que cualquier cosa, la que sea, parecía una bagatela a comparación. Si, eran unos esclavos, pero al mismo tiempo vivían como reyes. El mundo lo tenían a sus pies, arrodillado y pidiéndoles clemencia, y nada ni nadie podía cambiarles eso.

O al menos eso pensaban hasta que llegó esa maldita madrugada, en la que ese muerto de hambre de ojos verdes terminó de tajo con la asquerosa existencia del único heredero de dicho reino.

Un par de horas después de que llegaran al antro, Toño dijo:

-Vámonos ya, cabrones.

-'Perate güey, nos falta otra caguama -replicó Valdo mientras se empinaba su trago-. Apenas le han de estar cantando el himno nacional al Joan...sin ofender, Roque.

De Norte a SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora