Capítulo 62

22 4 0
                                    

Había echado de menos el aliento a menta que Kaiden poseía, pero no tanto como había anhelado este momento en su conjunto.

Kaiden respondió al beso con más compromiso del que había esperado: me rodeó con sus brazos desnudos de inmediato, apretándome contra su cuerpo medio vestido, deslizando sus manos por mi espalda. Su boca se sincronizó con la mía como si el tiempo no hubiese acontecido, sus labios estremeciéndome con cada roce. Su lengua danzó con la mía de forma excitante, provocando que un jadeo emergiera de mis labios.

Ante aquel sonido, Kaiden me aplastó contra la pared más próxima. El deseo comenzaba a arder entre ambos, creando un incendio arrasador. Oh, cómo había extrañado esta sensación. Era incomparable.

Kaiden me besaba como si no pudiera obtener suficiente de mí, algo que comprendía perfectamente. Mis manos se deslizaron por toda su espalda, clavando mis uñas en su carne cuando él apretó su cuerpo contra el mío. Estaba tan excitado como yo.

—Carajo —espetó contra mi boca—. Tienes que detenerme, Thea, o te juro que...

Mis manos fueron más rápidas: mis dedos encontraron el botón de sus vaqueros antes de que Kaiden pudiera terminar su solicitud insensata.

—No me hagas esto —pidió, jadeando mientras continuaba besándome. Sus labios se concentraron en mi mandíbula, para luego continuar su trayecto por todo mi cuello.

—No querías escucharme —gemí, arqueando la cabeza hacia atrás para que pudiera enfocarse de lleno en la tarea.

—Fue una solución drástica —murmuró él contra mi tráquea, mientras sus manos comenzaban a reptar por mi torso por debajo de la ropa.

—Aunque efectiva —balbuceé. Su lengua recorrió toda mi garganta, haciendo que me estremeciera—. Kai...

Él gimió en respuesta.

—Echaba de menos oír mi nombre en tus labios.

—¿Quieres oírlo todavía más? —insinué, con mis ojos cerrados ante las descargas eléctricas que estaba recibiendo bajo sus dedos y su lengua en mi piel.

—Mierda, Thea —farfulló, directamente en mi oído—. Si dices esas cosas tendré que llevarte a mi habitación.

Le tomé de los bordes de su pantalón, aproximándolo aún más a mi cuerpo. Una de mis manos se movió hasta llegar a su cabello, enterrando los dedos entre las hebras y provocándole un jadeo. Sabía que hacer aquello le provocaba bastante, por lo que me decidí a emplear mi mano libre para que viajase en dirección sur sobre su torso. Ésta se depositó sobre sus vaqueros, directamente sobre la parte dura de su anatomía.

—Pues no me queda opción —jadeó él ante aquello.

Con sus manos se aferró a la parte trasera de mis muslos, levantándome en vuelo. Entrelacé las piernas alrededor de su cintura, sintiéndole sobre la ropa. Gemí contra sus labios.

Kaiden atravesó una puerta, cerrándola de una patada detrás de sí. Caí sobre un colchón e inmediatamente comencé a quitarme la ropa. Kaiden se situó sobre mí, de rodillas, mientras me ayudaba en el proceso. El suéter y la blusa se perdieron en alguna parte del dormitorio, junto con los pantalones y el calzado. Cuando estuve en ropa interior, Kaiden tomó distancia de mi cuerpo para contemplarme.

Yo estaba muriéndome de la lujuria, sobre todo si me miraba de aquella forma tan... salvaje. Sus ojos continuaban oscurecidos, pero era algo completamente diferente a lo anterior. Sus irises ardían en deseo, hambrientos.

Me elevé un poco, lo suficiente como para quitarme el corpiño sin inconvenientes. Lo arrojé a un lado, aún con mi mirada sobre la de Kaiden.

Él sacudió la cabeza.

Lo que sangra el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora