𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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Mi asistente llevaba un rato frente a las llamas candentes de la chimenea. Frotaba sus manos en un gesto de calentar su cuerpo.

Me limito a mirarlo desde la barra americana de mi cocina. Intentaba continuar mi tarea de recoger los platos de mi cena, pero me era imposible no observarlo. Nunca me había parado a verlo detenidamente. Llevaba trabajando conmigo desde hace unos seis meses y nunca me había fijado en él en detalle.

Al parecer tenía mi edad, aunque el traje que siempre solía vestir en el trabajo lo hacía más mayor. Ahora que lo veo con una indumentaria informal, me parece incluso más joven de lo que reza su tarjeta de identificación. Su físico no es desagradable, todo lo contrario. El corte de su pelo lo hace más jovial y sus ojos azules son bastantes intensos, demasiado diría yo. Por su complexión, me atrevo a decir que mantiene una dieta equilibrada y hace ejercicio.

- Tierra llamando a Sra. Bordonaba, cambio y corto. – se muestra teatral frente a mí.

Doy un pequeño respingo al notarlo tan cerca de mí. ¿Cuánto tiempo me quedé desconectada de la realidad? ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

- ¿Qué quiere?

- ¿Tiene algo de comer? Estoy muerto de hambre.

- Mire en la heladera – le digo a la vez que me dirijo al lavaplatos.

Escucho a mi asistente sopesar el contenido de mi heladera con soniditos sumamente insoportables. Hago una cuenta regresiva en mi interior para ayudar a mantener la calma y la respiración sosegada que había conseguido alcanzar después de todos los imprevistos de la noche.

- Y, ¿qué se supone que es esto? – pregunta alzando entre sus manos un pequeño tupper. – ¿Es un ritual satánico?

Resoplo molesta.

- ¿Qué problema tiene usted con los ritos y las cosas endemoniadas? – pregunto y de un salto le quito el tupper. – Es tofu.

- ¿Tofu? – puso cara de asco. – Pues siento decirle que eso tiene muy mala pinta.

- Lo tendrá para usted. Si no le gusta, no lo mire. – digo colocando el tupper en su sitio dentro de la heladera.

- ¿Tiene pan? – me pregunta y yo asiento. - ¿Crema de cacahuete?

- ¿Usted me ve comiendo crema de cacahuete? – pongo los ojos en blanco.

- Cierto. – asiente. - ¿Qué me recomienda?

Me encojo de hombros y sigo mi tarea de lavar mis platos.

- ¡Ala! Esto no se encuentra en todos lados – exclama.

Volteo y veo el motivo de su sorpresa. Toquetea mi cafetera profesional con entusiasmo, diría incluso que le ofrece una cierta admiración.

- Y sí, es de coleccionista – admito. – Me costó mucho encontrarla.

- Es preciosa. – dice sin aparta su vista de ella. - ¿Puedo?

Me mira con entusiasmo. Parecía que quería tomar un café. Entrecierro los ojos observando cada detalle de su rostro. Sus ojos transmitían un brillo especial que hacía incluso aclarar el tono azulado de su iris. Es la primera vez que lo sentía cómodo cerca de mí.

- ¿Puedo? – repite

- Ssi si, claro – acepto.

Abro el armario donde guardo las tazas y le ofrezco una. Él musita un "gracias" y con suma destreza comienza a preparar el café para tener lista la cafetera. Miro sus movimientos delicados pero seguros. Tiene bastante habilidad, no puedo decir que es la primera vez que maneja ese tipo de máquina. Una vez que lo tiene listo, coloca la taza bajo el caudal y acciona el aparato para que realice el trabajo restante.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora