Capítulo veinticuatro

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Chicas/os, solo un apunte. 

Y solo lo repito una vez porque no quiero crear Spoiler cada vez que esto suceda en la historia. 

La historia está calificada en +18.  También dije que esta historia es mucho más madura. 

Lo recuerdo por ultima vez, solo digo eso. 

Leed bajo vuestra propia responsabilidad. 

Yo ya avisé y no lo haré más.  

Disfrutadlo. 

Me abro paso entre los invitados

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Me abro paso entre los invitados. Tenía que marcharme de ese sitio antes que cometiera un error del que más tarde me arrepentiría.

El sitio donde mis yayos celebran la boda es un complejo lo suficientemente grande para perderse. Me alejo hasta llegar a uno de sus jardines amplios rodeado de árboles y plantas naturales. Es el lugar perfecto para encontrar la estabilidad que había perdido.

Avanzo hasta llegar a una fuente que llama mi atención. En ella hay dos estatuas, se trata de dos enamorados que se besan. Alrededor de ellos el agua cae hacia su base ofreciendo una imagen preciosa bajo la luz de las estrellas. Me quedo observando por un largo rato la imagen, concretamente el gesto de sus rostros.

Suspiro derrotado.

El sonido de los grillos me hace corroborar que estoy solo. Me siento en un pequeño bordillo de la fuente y agarro del suelo pequeñas piedras. Comienzo a tirar las piedras una a una como si eso fuese suficiente para calmar todo lo que estaba sintiendo.

Los niveles de tocapelotas de mi jefa alcanzaban límites insospechados. Durante toda la celebración buscó a ese tipo y se dejó engatusar. Sabe de sobra que no me gusta ese hombre y creía que a ella tampoco. Pero me equivoqué. Verla tan sumamente cómoda con Darío a las risas y secretitos y susurritos en la oreja me hizo sacar de quicio. Buscaba una sola señal, mínima, para poder intervenir y la encontré cuando le tocó el muslo. Le hubiera dado su merecido, pero ella me frenó una vez más y lo peor lo defendió. Eso sí que me molestó. Eso sí que dolió.

Después el altercado con mi padre hizo que al menos acercáramos posturas. Parecía que todo iba bien en la pista de baile, pero de nuevo apareció Darío. Aceptó su invitación de bailar y yo quedé humillado.

Me hubiera encantado empujarlo y llevarla conmigo, pero yo no soy nadie. No soy nada para ella. Soy una mentira. Somos una falsa. Una falsa que de a poco e inconscientemente me la creí como real.

¿Cómo pude llegar a este extremo? ¿Cómo pude dejarme llevar y ahora sentir esto que siento? ¿Por qué me importa Bordonaba? ¿Por qué no puedo borrarla de mi cabeza?

Todo lo que concierne a ella me sobrepasa, me afecta, me duele, me motiva, me dan ganas de vivir... Cuando me grita, me insulta o se enoja, me sabe bien. Porque todo lo que ella provoca en mí es bueno hasta lo absolutamente abominable.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora