Capítulo veintiocho

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- Muchas gracias Sr, no se arrepentirá de su elección – me despido al teléfono.

Por fin había conseguido el trabajo que me permitiría llevar adelante mi departamento de restauración en Bs Arquitectos. Con este proyecto, conseguiría demostrar toda mi valía y la eficiencia de un departamento más que necesario en la empresa. No solo demostraría a mi padre mi profesionalidad, sino que también le daría una lección a Franco Lopilato.

Franco está cruzando demasiados límites y eso me preocupa. En una primera instancia, no creía necesario comentárselo a mi padre, pero tras los últimos acontecimientos no veía otra opción que contarle todo lo ocurrido. No me gusta darle la razón a mi padre, pero esta vez parecía que todas sus sospechas eran fundamentadas. Por eso, he decidido citarlo para hoy. Comeríamos a las afueras de Bs Arquitectos para pasar desapercibidos. No solo por el hecho de que nos viese los empleados, sino más bien por el hecho de que Franco no sospechase. Franco sabe que mi relación con mi padre no es buena y seguramente no le pasaría desapercibido si recibo una visita de él.

- Benja – aparece Micaela. – Te recuerdo que tienes comida con tu padre a las 14h – me informa sin apartar la vista de su Tablet. – No te retrases, a tu padre no le gusta esperar.

- Gracias Mica – me recuesto en el respaldar de mi sillón y resoplo.

Cierro los ojos y masajeo mis sienes.

- No sé que tienes entre manos, solo sé que si cuentas con tu padre es que es bastante jodido. – se acerca ella. – ¿No será por Bordonaba?

Abro los ojos para mirarla.

- Ya me he enterado de lo vuestro, aquí las noticias corren como la pólvora – dice sentándose en uno de los asientos frente a mi escritorio. – Y sé que no es oro todo lo que reluce– alzo una ceja. Mi silencio la desespera y resopla pesadamente. – Te conozco Benja, demasiado. – recalca esto último. - Ya encontrarás el tiempo y el momento adecuado para decírmelo, pero solo quiero pedirte que tengas cuidado.

- ¿Cuidado?

- Sí, tengo malas vibras y temo que te ocurra algo. – se sincera. – En tus ojos puedo ver cuánto la quieres, pero sus ojos... Ella...

- Mica no empecemos con tus suposiciones de bruja – le pido.

- No son suposiciones de bruja – se queja. – Hazme caso, esa chica esconde algo. No sé el qué porque es una fortaleza infranqueable, pero noto que oculta algo.

- Lo tendré en cuenta – me reincorporo y ordeno mis papeles.

Micaela y sus predicciones. Cada vez que mi amiga conoce a una nueva persona o entra una nueva persona en su vida o en la de otros la analiza "espiritualmente". Ella alega que puede ver más allá de lo que aparenta la gente y que casi nunca se equivoca. Yo no se si es cierto o no, no creo en esas cosas, pero podía llegar a resultar demasiado molesto.

- Te lo digo en serio. No des todo por sentando.

- Vale Mica – canturreo.

Ella me mira de mala gana.

- Vas a llegar tarde – me avisa por segunda vez. Asiento y me levanto para tomar mi chaqueta. Micaela se acerca a mí y me ayuda. - ¿Conseguiste el proyecto?

- Oh sí – contesto lleno de emoción. – Mañana comenzaremos a trabajar.

- Llamaré al equipo para que se persone mañana a primera hora de la mañana – decide ella colocando el cuello de mi chaqueta de forma correcta. – Me alegro que tu proyecto haya salido adelante, le daremos en toda la boca al estúpido de Franco.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora