𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒐𝒔

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- BS Arquitectos le agradece su confianza – termino de decir. – Ha sido un placer hacer negocios con usted, Sr Núñez. – estrecho mi mano con la suya cerrando el trato. – Le comunico a mi asistente que lo acompañe a la salida.

Apreté el botón de mi teléfono de mesa.

- Eh... - de nuevo no me acuerdo del nombre del tipo este. Debo decirle a mi asistente que encargue una plaquita con su nombre, así puede que lo recuerde o al menos solo habrá que mirar la plaquita que pince su chaqueta. – Acompañe al Sr Núñez.

El Sr Núñez se marchó y caigo derrotada en mi sillón que previamente había mandado a desinfectar. Solo había comenzado la mañana y he enfrentado lo que puedo considerar como el momento más bochornoso que jamás viví.

Saco mi bote de desinfectante del cajón y echo un poco de líquido en mis manos. Froto mis manos con energía y no puedo evitar acordarme de la mentira que tuve que contar para disipar la preocupación de mi jefe.

No vi oportuno dar explicaciones a mi asistente. Es mi asistente y su labor es sencillamente acatar mis órdenes. Puede que mi mentira no sea una orden como tal, pero estaba obligado a asentir y callar. Así se lo expliqué el día que comenzó a trabajar para mí. Le ofrecí una recopilación de mis preferencias y mis exigencias para que nunca cometiese ningún error. Le obligué a que se las aprendiera, desde la primera hasta la última, y le amenacé con echarlo en el momento que cometiese tan solo un único error.

Ahora que lo pienso, me sorprende que, transcurridos unos meses, no lo haya hecho, a pesar de ser extremadamente torpe.

El sonido de la puerta llama mi atención.

- Pase.

Para mi sorpresa, es mi asistente. No lo había llamado. Puede que hoy cometiera su primer y último error, obviamente se iría de patitas a la calle.

- No lo llamé Sr... - chasqueé mis dedos con la intención de recordar su nombre.

- Sr Rojas, me apellido Rojas

- Sí, sí – hago aspavientos con la mano quitando importancia. – Tengo mucho trabajo, así que espero que esté acá por alguna novedad de aquel proyecto de la costa. La verdad que el Sr Pearson lo está poniendo difícil, pero lo conseguiré. Sé que estoy a punto de...

Mi asistente tiró de mala gana una carpeta. Miro la carpeta buscado una razón para entender aquel comportamiento inadecuado.

Alzo mi mirada y él se mantiene de brazos cruzados.

- ¿Y bien? – pregunto esperando su disculpa.

- Prometidos – suelta sin más.

Es eso. 

Lanzo un sonido que no sé bien cómo describirlo, pero puede resumirse entre una mezcla de aburrimiento, pasotismo y una total e inconfundible ignorancia.

- Olvídelo. Es un asunto personal – me limito a decir.

- Un asunto personal que me concierne a mí – dice sin tapujos. - ¿Por qué dijo semejante locura?

- No le permito que hable así.

- ¿Si no qué? - se defiende. 

- ¿Perdón? – reí sin dar crédito al comportamiento de mi asistente.

- He soportado todos sus desplantes en estos meses, pero esto es la gota que colmó el vaso. – dice con fiereza. – ¿Quién se cree que es usted?

- Su jefa, - me pronuncio altiva - pero por poco tiempo como continúe dirigiéndose a mí de ese modo.

- Va a salir de este despacho y va a buscar al Sr Lopilato para desmentir este compromiso.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora