Capitulo cincuenta y dos

512 60 308
                                    


- Y bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Y bien... Hay algo que deban contarme.

Después de veinte minutos explicando detalles de su vida que a mí poco me importan, viene con esas. He intentado buscar una razón de la visita de este tipo y, sobre todo, una respuesta a la aparente calma que muestra Camila. No entiendo como puede estar tan calmada cuando yo estoy que me subo por las paredes.

- Por supuesto – asiente Camila. – No le he citado por gusto.

Cabeceo en su dirección. Pero, ¿qué cojones está pasando aquí? ¿Cómo es eso que lo ha citado? ¿A santo de qué? ¿De matarme? Pues aseguro que lo va a conseguir. Cualquier día me dará un paro cardíaco y hasta luego Rojas. ¿En qué demonios piensa esta mujer?

- Soy todo oídos. Me han llegado noticias sobre ustedes, noticias no muy buenas.

Sonríe y eso no le hace gracia a Camila. El estado de sus dientes y la evidente halitosis tira para atrás. 

- Nuestra situación sentimental ha cambiado.

Abro los ojos como platos al escuchar las palabras de Camila. Comienzo a transpirar, pero intento disimularlo. Miro desencajado a Camila que mantiene su pose tranquila. Acaba de inmolarse y está tan pancha. ¡Esta mujer está perdiendo la cabeza por completo!

- Eso no es del todo así – intento mostrar una risa, pero me sale nerviosa y eso evidencia más nuestro futuro inminente. – Solo ha sido una pequeña discusión, no tiene importancia. ¿A que sí, amor?

Acerco mi mano para agarrar la suya que se apoya en su pierna cruzada. En cambio, ella aparta inmediatamente la mano evitando que se la estrechase por lo que no pasa desapercibido para el tipo de extranjería.

- Hemos discutido sí, pero va mucho más lejos de lo que el Señor Rojas quiere decir. – añade. Y dale, con la parafernalia. Que nos quiere sepultar. – El Señor Rojas y yo vamos a...

No será capaz de decir la palabra prohibida. No puede decir eso. No, no nos vamos a divorciar. Me niego, antes la mato. Lo juro que solo hay dos opciones, aunque suene un puto machista de manual: se queda conmigo en esto hasta el final o la mano. Lo siento, pero no voy a permitir que todo lo que hemos pasado sea en vano. Mentir a mi familia y cambiar mi vida por completo, no puede llevarnos a esto. ¡Este no es nuestro final! Me niego que así lo sea. De ninguna manera voy a permitir que pronuncie esa estúpida palabra.

- Vamos a ser padres.

Con dos cojones. 

¿Ahora qué? 

Esa no te la esperabas, Bordonaba. No vas a tirar al traste todo lo que hemos luchado durante estos meses. Así no van las cosas. Se acabó esta dictadura absurda que no nos lleva a ninguna parte.

- Vaya – musita el tipo y anota algo en su cuaderno.

Camila me mira ojiplática, pero enseguida toma la palabra para, por supuesto, dejarme en evidencia. Lo que aún no comprende es que las cosas han cambiado y esta vez ella no va a tener la última palabra, ni tampoco se va a salir con la suya.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora