Capítulo treinta y uno

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Preparo el café sin hacer mucho ruido. Benjamín aún duerme y no quiero despertarle.

Es tarde y sé que debe ir a trabajar. Tuve el atrevimiento de mirar su agenda en el portátil del trabajo y comprobé que el trabajo planificado de hoy podía realizarlo en casa ya que eran puros trámites. Mandé un comunicado a Micaela desde su correo haciéndome pasar por Benjamín y le informé que no iría a trabajar.

Lo cierto es que anoche se nos fue un poco de madre. Tuve el impulso de ir en su busca. Me había dejado plantada con toda la cena preparada para él. Nunca me habían hecho semejante desplante y lo cierto es que me dolió que lo hiciera. Sé que mi actitud no es la correcta, pero ese comportamiento también era inusual por su parte.

Sentí mucho malestar, decepción. La única persona que siempre estará por y para mí es Benjamín y que me hiciera eso fue como una llamada de atención. Él no me pertenece. Benjamín es una persona libre y yo no puedo controlarle. He estado muy equivocada o tal vez cegada por el poder que tenía en la empresa. Él es todo sin mí y yo... Yo no soy nadie, porque nadie me soportaría.

No puedo permitir que Benjamín se aleje de mí. Es la única persona que a día de hoy se mantiene a mi lado y confía en mí. Ni tan siquiera cuento con el apoyo de mi hermano. Nunca lo tuve.

Solo tenía a Benjamín.

Y... 

Sentí miedo. 

Anoche tenía miedo por si perdía a Benjamín.

Quien me ha visto y quien me ve. Bordonaba sintiendo miedo...

Pero, así es. 

Por eso fui en su busca. No podía quedarme sola en casa con el malestar que me provocaba todo lo que había pasado. Acepto que no fueron las mejores formas para aparecer en el bar, pero tampoco podía ocultar mi malestar por haberme dejado tirada. 

Tengo carácter y eso no hay nadie quien me lo quite.

Lo que no esperaba es toparme con Lopilato y mi hermano en el pub. Si ya de por sí me costaba horrores estar allá y fraternizar con los empleados de la empresa, tener a escasos metros a la culpable de mi suspensión de empleo y sueldo no era nada fácil. 

Gracias a Benjamín y sus amigos, pude pasar la noche de forma más pacífica porque tuve más de una ocasión de poder tirar de los pelos a la rubia peliteñida. A ella... Y también a mi hermano. 

Hablando sobre mi hermano... Tenía que concretar una reunión con él. No quiero tener nada que ver con mi hermano, nunca lo que querido pues el estilo de vida que había elegido no lo compartía. Siempre me he mantenido al margen, como mucho he pagado alguna que otra fianza en la comisaría cuando lo cazaban, pero nada más. No me gusta saber de él y no me gusta estar cerca de él. 

En cambio, todo ha cambiado en cuanto apareció en la empresa. Se adentró en Bs Arquitectos y ese es motivo suficiente para mantener una conversación seria. Trabaja en la empresa y eso no me gusta ni un pelo. Como dice el dicho: "si no puedes con tu enemigo, únete a él". Y es lo que voy a hacer. Debo descubrir qué es lo que quiere, aunque no se necesita ser un lince para saber que sus intenciones no son nada buenas.

- Qué rico huele

Escucho la voz de Benjamín tras de mí. 

Agarro la cafetera de su asa y echo parte del contenido en una taza. 

Volteo y Benjamín permanece a cierta distancia. Solo lleva el pantalón y tiene los pelos despeinados. La imagen no está nada mal.

- Buenos días – le saludo con una sonrisa.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora