Capítulo treinta y tres

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Hola familia!

Nuevo capítulo de la aclamada historia. Os encanta y a mí me encanta doblemente que os guste, os divierta y os haga echar unas risas de vez en cuando.

Volvemos a la rutina. Volvemos con Camila al trabajo. Viene guerrera, no adelanto más. Aunque, sinceramente, ya la conocemos un poquito y sabemos lo especial que es.

Espero que os guste.

No seáis malos con los personajes. Todo tiene su tiempo. No podemos convertir al demonio en ángel en un momento. Hay que ir capita por capita...

Os leo.

Intento caminar lo mejor posible

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Intento caminar lo mejor posible.

Lo intento que no es poco.

Al fin vuelvo a mi puesto de trabajo. Digo "al fin" porque la semana ha sido insoportable. Necesitaba volver a la rutina, continuar con mis proyectos laborables y no tener la mente tan despejada porque una mente despejada da opción a perder el sentido de la cordura o creer las idioteces de los demás.

Y digo lo de idiotez porque no hay mayor idiotez en esta faz de la tierra que la de pensar que yo, Camila Bordonaba, contemplase el concepto de la maternidad. Muy tonto hay que ser para divagar sobre ese tema y si hablamos de tontos menciono a uno con nombres y apellidos que se atrevió a hablar de ello: Benjamín Rojas.

A veces pienso que ha sido un regalo el que ya no sea mi asistente, sobre todo cuando pasan cosas como éstas. Después, soy buena, reflexiono y se me pasa enseguida.

El asunto es que mi ex asistente me preguntó por la maternidad. Mi respuesta fue sencilla; echarlo de la habitación. No iba a escuchar nada sobre semejante tontería ni tampoco iba a perder tiempo en explicaciones porque no hacía falta.

¿Ser madre? ¿Yo? Já.

Después de todo, hablé con mi mejor amiga esa misma noche y ella me hizo sopesar la situacion y me aconsejó que le debía darle alguna explicación.

Vale, puede que Benjamín llevara un poquito de razón. Solo un poco. Tampoco estaba de más dejar las cosas claras, tal y como dijo Jaz.

Por esa razon, iba a hablar con él a la mañana siguiente, pero me llevé una sorpresa que empañó todas mis buenas intenciones. Esa mañana Benjamín desapareció. Sí, desapareció. Ni un solo rastro de él. Ni una sola carta de despedida, aunque sea en una servilleta mugrienta.

Tuve que enterarme por Helena Rojas que se había marchado con su amigo, el de nombre de fruta... Ella llamó la desaparicion de su hijo como "un viaje de colegas". Mi cara fue todo un poema y Helena disfrutó de mi desconcierto.

Así que, durante esa mañana, me dediqué a preparar mis maletas y avisé a Henry que volvería a mi apartamento. Durante el fin de semana, me dediqué a despotricar de Benjamín de las mil y una maneras posibles, incluso hice un muñeco vudú que no se si hizo efecto o no, pero al menos me permitió desahogarme.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora