Capítulo Veintiséis

966 66 46
                                    



- Comienzo a recordar el por qué dejé de invitarte a ver el fútbol en casa. – digo avanzando hasta el sofá donde se encuentra Coco sentado junto a Max

Max se cerciora del bol de palomitas que sostengo en la mano y ladra demandando su contenido. Alzo una ceja y con mi dedo índice le digo que no. Me siento junto a Coco que está pasmado viendo el partido del Liverpool contra el Real Madrid. Es un partido importante, la final de Champions, por lo que es la excusa perfecta para retomar mis ratos de colegueo con Coco. Últimamente me había focalizado en otros asuntos y había olvidado de disfrutar entre amigos.

Sin apartar su vista de la tele, toma un puñado de palomitas y se lo lleva a la boca sin cerciorarse del contenido que sostenía por lo que deja caer un par de ellas al suelo. Una oportunidad perfecta que Max aprovecha.

- Joder Coco, eres peor que un niño – me quejo. – Lo estás dejando todo perdido. – digo recogiendo algunas de las palomitas que han caído entre los cojines del sofá. Max sigue aprovechando las oportunidades que puede para hacerse con ese manjar. – Max para. No puedes comer, es malo para ti. – le regaño, pero el perro pasa de mi cara y continúa con su olfateo.

- Estás muy tenso Benja, relaja un poco – vuelve en sí Coco. Se acomoda más si cabe en el sofá. Max aprovecha la posición de mi amigo para tumbarse bajo sus pies.

- ¿Qué me relaje? Coco parece que no comes en años. Has arrasado con todo lo que había en la nevera tío y solo llevas el primer tiempo del partido aquí.

- Dijiste que comiese, que la comida estaba a punto de echarse a perder. Que habías estado demasiados días fuera... Que viniera... - enumera - No te aclaras tío.

Lo miro con el ceño fruncido. Aun no entiendo esta relación de amistad que tenemos porque en ocasiones Coco me saca de quicio y no soy capaz de soportarlo.

- ¿Sabes? No deberías cuestionarme nada de esto – señala los restos de patatas, frutos secos y latas de cerveza que, adornada mi mesa baja del salón, ahora muy asquerosa. – Tú has hecho cosas peores. Porque... ¿a qué viene casarse con Cruella ? ¿Dónde quedó eso de maniatarla, secuestrarla y llevarla a un lago de pirañas?

Trago en seco.

- Es que hay muchas cosas que hablar amigo – me echa en cara. – Y no te juzgo. Aún no te he juzgado.

- Uff jugadón – digo desviando el tema hacia el futbol, pero no surte efecto porque Coco ya no pone interés en la pantalla. Sus ojos se clavan en mí con una cierta curiosidad.

- ¿Qué ha pasado?

Eso es lo que me pregunto desde el primer momento que empezó este juego con Bordonaba. ¿Qué paso para decidir dar un paso hacia adelante con esta locura? Y, ¿qué ha pasado para que a día de hoy esté unido en matrimonio con mi jefa, al que además no me hace sentir que ese hecho sea un grave problema?

- No conocía a nadie que odiara más a la Mujer de Acero como lo hacías tú – continúa Coco. - ¿Te ha amenazado? Porque no encuentro otra explicación.

Podría decirle cualquier mentira piadosa. Total, en lo que llevaba de mes, había mentido cada minuto de cada día de mi vida. ¿Qué iba a suponer otra mentira más? Porque si le digo a mi amigo que he descubierto a una mujer diferente que ha despertado un cierto interés en mí, primero se ríe en mi cara y segundo puede que me encierre en un loquero al comprobar que no he bromeado.

- Es un trato – digo y no miento.

Bien. Punto para Benja

- ¿Un trato? – intenta reírse.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora