Capítulo cincuenta y seis

258 42 168
                                    


-Jefa, ¿se encuentra bien?

He pasado toda la mañana sumergida en bocetos, intentando concentrarme en el trabajo, pero mi mente no deja de vagar por todo lo que ha ocurrido en los últimos días. Desde que Benjamín salió de casa, no he vuelto a saber nada de él. Sé que viene a la oficina y cumple con su horario, pero apenas hemos cruzado palabras. Yo también he hecho mi parte, evitando cualquier reunión innecesaria; y si es imprescindible, Vázquez va en mi lugar.

Siento una mezcla entre culpa, remordimiento, melancolía... y miedo, un miedo profundo. Benjamín logró algo que nadie antes había conseguido: que confiara ciegamente en alguien. Me entregué a él sin reservas, derribando todas las murallas que con tanto esfuerzo había construido, permitiéndole conocer cada rincón de mi ser. En él encontré un apoyo y una estabilidad que nunca había conocido. Pero ahora, esa misma confianza que antes me daba fuerza se ha convertido en mi mayor vulnerabilidad.

Cada vez que lo veo de reojo en la oficina, mi corazón se encoge y el nudo en mi garganta se hace más grande. Es como si una parte de mí supiera que algo se rompió entre nosotros, pero la otra se aferra desesperadamente a la idea de que quizás, solo quizás, todo pueda volver a ser como antes. He repasado una y otra vez las últimas conversaciones que tuvimos, he sido una hija de puta hablando mal. Él se ha desvivido por mí y yo solo he puesto trabas entre nosotros todo porque, a pesar de haberme mentido, ha permanecido a mi lado.

-Jefa, de verdad, ¿está bien? -La voz preocupada de mi asistente me saca de mis pensamientos.

No puedo seguir así, necesito una respuesta, algo que me permita seguir adelante. Pero no sé si estoy preparada para enfrentar lo que pueda venir. Inhalando profundamente, me obligo a centrarme en el presente, en lo que puedo controlar.

-Estoy bien, gracias -respondo con una sonrisa que espero sea convincente. A veces, la única forma de sobrevivir es fingir hasta que las fuerzas regresen por sí solas.

Por cierto, Jefa ¿va a asistir a la inauguración de este fin de semana? - me pregunta Vázquez de forma atropellada. - Es que no me gustaría ausentarme y dejar sola a mi mujer con la pequeña. Si me diera usted el permiso de no asistir por esta vez, se lo agradecería enormemente.

Frunzo el ceño. No sé nada de ningún evento. ¿Cuándo ha sucedido eso? Vale que he estado un poco ausente, pero he comprobado mi agenda

-¿Qué inauguración? -pregunto, tratando de mantener la calma, aunque el desconcierto es evidente en mi voz. Mi mente intenta ponerse al día mientras busco alguna mención en mi memoria, pero no encuentro nada.

Vázquez frunce el ceño, confundido por mi reacción.

- La inauguración del primer proyecto del Señor Rojas - dice con evidencia - ¿No lo recuerdas? Los clientes han invitado a Bs Arquitectos a dicha inauguración.

Vázquez me muestra su tablet con la imagen de todos los trabajos que tenemos en la semana y aparece la asistencia a la inauguración este sábado.

- Pero... - busco atropelladamente mi agenda en el Ipad. - Aquí no aparece nada apuntado.

- Tal vez se le olvidara a Benjamín volcar los datos. - se encoge de hombros y aprecio que lo ha tuteado. - Como estuvisteis teletrabajando desde casa, Benjamín había unificado ambas agendas. Contaba contigo para ese día, si te encontrabas mejor.

Mis pensamientos se arremolinan, tratando de recordar, pero nada. Cuando por fin encuentro la agenda entre las aplicaciones, lo veo. Es cierto lo que dice Vázquez. ¿Desde cuándo no consulto mi agenda de trabajo? Paso mis manos por la cara expresando esa frustración contenida. No puedo permitirme estar tan desconectada, especialmente con eventos tan importantes. Pero la verdad es que, en mi estado actual, he dejado de prestar atención a muchas cosas.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora