Capítulo cuarenta y dos

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Celebramos la victoria de mi equipo en mi despacho. Aún no doy crédito a todo lo que estaba ocurriendo. No tenía ni una sola posibilidad que las cosas salieran a nuestro favor. Es más, Micaela se había dedicado a recoger todas sus pertenencias al igual que las mías. Me veía fuera de la empresa, de patitas en la calle.

- Pero, ¿es en serio? - le pregunto a Diego sosteniéndole con mis manos su cabeza.

Cuando lo vi entrar a la sala de juntas, pensé de todo menos lo que hizo. Fue una auténtica sorpresa.

¿Qué digo?

Un sorpresón.

Y para todos, porque el gesto desencajado de Franco era difícil de ocultar. Y Luisana no se quedaba atrás. Está claro que esto solo es el comienzo de lo que les viene porque no estoy dispuesto de que vuelvan a pisotear ni a mi equipo ni a mí.

- Totalmente en serio - responde Diego con una amplia sonrisa. Jazmín que está tras él aún lo celebra con Micaela - Tu padre fue la última persona que me dio el empujón. No tengo toda la solvencia económica para vuestro traslado, pero Boy aceptó que se encargaría de ese coste. Tu padre es un máquina, Benjamín.

Vaya por dios. Debía aparecer su nombre tras esto. No me sorprende. Desde el primer instante, supe que algo tenía entre manos. En resumen, se puede afirmar que la discusión que tuve con él no dio su fruto. Sé perfectamente que no se quedaría de brazos cruzados y que, además, no me haría ni puñetero caso. Él necesita llevar el control de todo, aunque no lo parezca. Incluso, entre las sombras, ha sido conocedor de todos los logros de la empresa y no es porque su cuenta bancaria se lo corroborase, que también. Es su cabezonería, su obsesión a controlar absolutamente todos los detalles...

Por eso, en cuanto mi padre apareció en la sala de juntas, supe que él había movido hilos y lo que fuese que iba a pasar, iba a dar que hablar. Y así fue. Detonó una bomba que ni tan siquiera yo sabía que existía. Y lo peor, es que a Franco le venía otra a solas con el jefe. Me hubiera encantado escuchar esa conversación.

Sin embargo, no me gusta que mi padre se exponga de esa manera. Teníamos un trato. Él se mantenía al margen porque es la única prueba de confianza que puede darme. Falló. Aunque su razón haya sido el de ayudar, pero falló. Sé que es una actitud orgullosa, pero no quiero que me ayude porque me lo recordará y echará en cara para los restos. Y no exagero.

- Un momento - interrumpe Micaela - ¿Cómo que traslado?

Jazmín y Diego se miran cómplices. Sé por donde van los tiros y hasta ahora no había caído en ello.

- ¿Dónde crees que se hará la exposición? Aquí no es - evidencia Diego.

Micaela y yo nos miramos. En ese instante, Micaela chilla de emoción y salta de un lado a otro perdiendo todos los papeles.

- ¡QUE NOS VAMOS A ARGENTINA BENJI! - me zarandea de un lado a otro.

Sonrío, pero la idea no me convence.

Micaela grita y sigue saltando de un lado a otro como una loca. No soy el único que no le gusta la idea, Coco la mira con gesto preocupado. Ay pillín, y asegura que no le importa la morena. Eso no se lo cree ni él.

Irnos a Argentina... No es que no quisiera ir, pero las cosas no están bien con Camila. Irme y poner distancia entre nosotros no es lo mejor en estos instantes. Camila no me lo perdonaría y yo tampoco. No soportaría estar tanto tiempo lejos de ella.

La puerta de mi despacho se abre y aparece mi padre con los brazos alzados. Diego se acerca a él y choca sus manos con complicidad. Micaela también va a hacia él y le abraza con efusividad mientras parlotea que va a cumplir el sueño de su vida.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora