꧁Capítulo 7꧂

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Al llegar a mi querido hogar me lave en un pequeño barreño con agua, esta estaba helada, pero había sido mi culpa pues le abuelo lo habia calentado antes y yo me retrase un poco y ase enfrió. Salí de la improvisada bañera y me enrolle en una toalla mientras que me iba a mi habitación, no quería ponerme elegante para el capitolio, pero nos obligaban a vestirnos de manera más formal para dar una buena imagen al resto de los distritos.

Tome el vestido de color azul claro que tenía en el fondo del armario y lo mire, era hermoso y mucho más al tener unas bailarinas a juego. Me coloque el vestido con una pequeña sonrisa y me mire en el espejo, estaba bastante linda, pero no era el mejor día para demostrar mi belleza. Observé mi cabello castaño y lo desenredé mientras que tarareaba una pequeña canción de cuna, escuché un ruido y mire a mi abuelo.

—Estás preciosa, mi pequeña niña—dijo mi abuelo mientras que se acercaba a mí y me besaba con ternura las mejillas—, Eres tan hermosa... eres... muy hermosa, la viva imagen de tu madre y padre

—Ojala tuviera una fotografía de ellos—dije con una leve sonrisa, me miré en el espejo de nuevo y noté como mi abuelo me señalaba una silla para sentarme—, ¿Qué vas hacer?

—Peinarte como lo hacía antaño—dijo mientras que tomaba el cepillo y comenzó a cepillarme mi caballo con una leve sonrisa, tras unos minutos lo dejo en la mesa y tomó mi cabello para hacerme una trenza de espiga. Me quedé inmóvil observando cada uno de los pasos que estaba siguiendo para crear un sencillo y perfecto recogido

Me quede pensando en mis padre, lo único que sabía era que habían muerto en el Capitolio y después mi abuelo me dejo aquí, pero lo que no sabía era que mi abuelo los conocía y eso es muy raro viniendo de él.

—Gracias abuelo—dije con una sonrisa mientras que me levantaba y me quedaba observándome en el pasillo.

—Se me olvidaba algo. Quiero que tengas esto—dijo mientras que se abría una pequeña caja y me la entregaba. Me lo dejo entre las manos y lo miré atentamente, al abrirla solté una pequeña sonrisa—, Es...

—Un sinsajo plateado. Conozco este pájaro, Gale me ha hablado muchos de ellos y en la pradera hemos visto algunos. Repiten una melodía una y otra vez si la recitas tú—comenté con una sonrisa—, pero ¿por qué me das eso?¿De dónde has sacado esto? Según sé, no habia ninguno de estos

—Era de tu madre. A ella le hubiera gustado que lo tuvieras y este día es muy importante para ti. Es tu última cosecha y espero que te de suerte para el comienzo de una nueva vida.

—Es muy hermoso, gracias—dije sin poder dejar de sonreír y mirando atentamente a la pequeña insignia que estaba en el collar, tenía el collar de mi madre y ahora era mío. No lo perdería jamas

—Es la hora cariño—dijo mi abuelo beso mi frente mientras tomaba el collar y lo colocaba en mi cuello.

No podía creer que ya fuera las una del mediodía pero, lo era y tenía que ir a la plaza. No solo nosotros sino el resto de habitantes del distrito pues la asistencia era obligatoria. Al llegar a la plaza pude darme cuenta del ambiente cargado y triste de todos los habitantes, levanté el rostro y miré hacia las cámaras de televisión nunca entendería el sentido de los juegos y menos como un entretenimiento.

Mire a mi abuelo y beso con cariño su mejilla para después despedirme de él y caminar hacia el control. Espere mi turno con impaciencia, no encontraba a Gale o Katnnis por ningún lado. Sin escuchar mi zona asignada me dirigí hacia ella, sabía que eran las últimas filas pues eran donde estaban los de mayor edad. Aún quedaban unos minutos para la hora del comienzo, pero el ambiente ya tiene esa propia tensión y tristeza como en todas las cosechas que habían asistido tanto como posible tributo y como oyente.

Ave de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora