~●~●~●~●~●~●~●~●~●~●~
Aferre el termo entre mis manos e intenté que el calor del café llegara a mi cuerpo. Mis músculos se habían contraído frente al frio. Las bajas temperaturas habían entrado con hostilidad en el distrito y estaba totalmente helada en la pradera. Mi cuerpo seguía inmóvil, mientras me sentaba en una roca y contemplaba el panorama a mi alrededor: estaba nevando. A esa altura de la mañana caían unos pequeños copos blancos y mis ojos los miraban hipnotizados.
El frío estaba comenzando a calarme los huesos y sabía que debía levantarme, moverme o hacer algo. La razón por la que había entrada a la pradera había sido para recoger castañas, que luego serían vendidas en el Quemador, aunque el verdadero motivo era que quería despejar mi mente aunque fuesen unos instantes. Mirar embobada los copos era una forma de pensar en otra cosa.
Me hubiera podido permanecer allí durante horas, pero no podía retener ni luchar contra el tiempo. Me sentía impotente al saber que el día que tanto había temido durante meses, finalmente había llegado. Un numeroso grupo del Capitolio, nutrido únicamente de estilistas, camarógrafos y periodistas llegarían al distrito al mediodía.
Por momentos me daba nostalgia pensar en el hecho de que volvería a ver a Effie, y por el otro me daba curiosidad saber con qué atuendo aparecería éste año. Un punto favorable era que volvería a ver a Tigris; ella había sido designada como mi única estilista profesional y de verdad agradecía esa elección. Tigris no solo tenía muy buena mano en la sastrería e invención de nuevos trajes, sino que habíamos llegado a entablar una muy buena relación durante mi estadía en el Capitolio.
Los copos seguían cayendo, formando montoncitos en el suelo muy cerca de mis botas. No muy lejos, un pájaro trinaba y un conejo hacía su aparición desde el interior de su madriguera. La pradera se había vestido de blanco los últimos días, haciendo que fuese una bella postal invernal.
Cerré los ojos intentando guardar aquella imagen en mi cabeza, tratando que ocupase el mayor espacio posible así el recuerdo de los Juegos no tuviesen lugar para atormentarme. No quería ni siquiera pronunciar ni saber nada sobre ellos; sólo intentar convencerme de que fue un mal sueño y nada más. Pero con la nueva intervención del Capitolio en mi vida y con la llegada de la Gira de Victoria, eso sería imposible. Todo esto únicamente servía para darle al público una probada del horror y maldad antes de finalmente dar inicio con la Cosecha anual.
Me dolía pensar que debía revivir una vez más el dolor. El Capitolio también se encargaba de que recordáramos la presión que la mano de acero podía ejercer sobre nosotros; pero a pesar de todo, debíamos comportarnos como todos los años y celebrar. Desgraciadamente este año yo era una de las estrellas del espectáculo. Me estremecía pensar que debía viajar distrito en distrito, levantarme delante de multitudes que me ovacionan mientras me odian en secreto, mirar a los rostros de las familias cuyos hijos he matado. . . Solté el termo, dejando que el líquido cliente fuese absorbido por la tierra mientras cubría mi rostro con ambas manos y soltaba un leve sollozo; no quería enfrentarme a los familiares de los distritos profesionales ni tener que recordar los rostros de los demás.
Me gustaría quedarme un poco más, pero no quería quedarme sola; Katniss no podía faltar tanto a clase y Gale trabajaba en las minas, aunque teniendo en cuenta la hora, tal vez su descanso hubiese dado terminado.
Mi garganta se secó de golpe y sin evitarlo miré hacia la dirección en donde se encontraban las minas; desde hacía días que estaba enfadada internamente. Gale estaba siendo terco y trabajaba en las minas por su cabezonería y su honor de hombre, cuando miles de veces le había insistido que tenía dinero suficiente para poder mantener a ambas; se había negado rotundamente a aceptar mi dinero, pero había aceptado a que le proporcionase una buena comida todos los días a sus hermanos pasar algunas noches en la Villa.
ESTÁS LEYENDO
Ave de Cristal
FanfictionSabía que lo que se avecinaba no era nada bueno, el día de la cosecha era uno de los peores días para mí, el miedo estaba presente pero nunca dejaba que lo notaran, no quiero que me vean débil. Tenía que ser fuerte para mi familia. Tenía que ser fue...