꧁Capítulo 27꧂

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Miré mi reflejo en el espejo y suspiré; mis manos no podían quedarse quietas, estaba nerviosa y no paraba de alisarme el vestido. Mordí mi labio y decidí apartarme, tomando asiento en la cama. El movimiento del tren era casi imperceptible y llevábamos algunos días viajando. Siendo completamente honesta, estar entre las cuatro paredes de esta prisión de hojalata comenzaba a hartarme.

Hacía semanas que la Gira de la Victoria había dado comienzo y desde entonces habíamos estado de distrito en distrito. Durante esas semanas no había conseguido dormir de golpe y descansar ni un solo día, estaba acostumbrada a dormir con Gale y sentir sus cálidos brazos sobre mi piel, pero no puedo tener a mi hermano conmigo en los viajes. Ahora, mi única compañía para dormir era Haymitch. Era mi papá y teníamos una buena relación, pero su vuelta a beber alcohol y sus constantes ronquidos había provocado que la mayoría de las noches me viera obligada a tomarme algunas que otra botella, desde hace poco deje de tomar las pastillas para dormir ya que me acostumbro a vivir con eso.

La Gira de la Victoria, sin duda me había enfermado peor de lo que me había imaginado. Si el solo hecho de recordar lo que había tenido que hacer y vivir en los Juegos me hacía sentir un nudo en el estómago, tener que haber visto a las familias de los tributos caídos me había hecho vomitar entre bastidores. Y aunque Effie me había preparado psicológicamente, yo no me había focalizado mentalmente para tener que enfrentarme ante una audiencia de tal magnitud e importancia. El tener delante de mí a las familias de los tributos que yo misma había matado era una de las sensaciones más horribles que había sentido en toda mi vida.

—Alana—levanté la vista encontrándome con Haymitch; le sonreí de lado, haciéndole señas para que entrara—, ¿Todo bien? Te noto algo rara

Esa era una excelente pregunta: ¿todo bien, Alana? ¿Cuánto tiempo podría estar con este juego? No sabía cómo responder. En parte estaba aterrada y en parte quería lanzarme del tren para evitar que la noche llegase y eliminar todos mis problemas de un solo golpe.

Un día antes de finalizar la Gira, un telegrama del Capitolio me anunció una impostergable cena con Snow. Tras haber leído el mensaje no supe que decir, exactamente como ahora. Ya había tenido un encuentro con el presidente y estaba más que claro que era un hombre el cual desconocía la palabra »No« y había dejado muy en claro cuáles eran las consecuencias si osaba negarme a alguno de sus pedidos. Mi abuelo y Gale eran lo más importante que tenía en mi vida y no me podía arriesgar, no con ellos. Miré nuevamente a mi padre y le sonreí, tratando de parecer lo más natural posible.

<<Lo único que tengo que hacer es no preocuparlo>>

—Todo en orden papá—traté de mantener mi máscara el tiempo necesario para que él se tragase mi mentira y se marchará de mi cuarto, pero desgraciadamente Haymitch no era tan ingenuo.

<<Por qué es igual a mí>>

—Debería contarte un chiste —murmuró señalando mis labios—, Así al menos sonreirías más.

—No puedes pretender que esté contenta, no me gusta estar aquí además de que no me gusta que me digan que soy la nieta de Snow eso me hace enojar mucho—objeté, mientras que apartaba la vista hacia otro lado

—No, pero creo haberte dicho que disimular es la mejor solución, trata de verte feliz—dijo Haymitch, levanté la cabeza, sólo para observarlo con los ojos bien abiertos

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