꧁Capítulo 11꧂

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Me obligaron a estar durante todo la sesión sin poder mirarme a un espejo pues querían que me asombrara al verme por primera vez. Decidieron ondular todo mi cabello dándole un aspecto y volumen al que nunca había visto en mi vida, mis uñas fueron pintadas y arregladas con colores marrones y unos tonos negros, grises y dorados. En mi rostro Venia estuvo durante un buen rato pintando mis ojos de colores oscuros para resaltar mi tono de piel y haciendo que tuviera unos ojos más profundos para que todos se fijaran en ellos, añadió un poco de color rosado en mis pómulos para parecer aún más encantadora de lo que era y uno tono brillante en mis labios para volveros tentadores para los hombres.

Flavius, Venia y Cinna me ayudaron a colocarme el vestido, solo con verlo sentí que me quedaría increíblemente bien y que deslumbraría pero, sobre todo, que era diferente al que un tributo del doce hubiera llevado en todos los Juegos. Era un vestido corto, muy corto en mi opinión pues estaba bastante encima de mis rodillas, con la espalda descubierta en forma de uve y unido a la parte delantera por un tirante en el hombro derecho pero, no por el izquierdo. Era del mismo tono de color que un traje de minero pero, este era mucho más brillante y provocativo. Además llevaba una tiara en la cabeza era algo ligero para no molestarme, unas botas de tacón hasta las rodillas, unos brazaletes en ambas muñecas y un pico de minero, todo del mismo color brillante y exquisito.

Me miré en el espejo y solté una sonrisa mientras que me miraba y dama una pequeña vuelta, estaba hermosa. Sabía que iba a contar con patrocinadores, no solo cuando supieran que era la hija perdida de Haymitch sino que también por mi aspecto y por ser la nieta del presidente Snow.

—Estás...estas...—dijo Flavius mirándome atentamente mientras que Venia me observaba con alegría y satisfacción por el trabajo que había conseguido.

—Increíble y perfecta—dijo Cinna tendiéndome la mano para que se la tomara—, ¿te gusta tu aspecto?

—Me encanta... nunca había visto mi pelo ondulado y es precioso. Gracias, a todos—dije sonriendo encantadoramente—gracias Cinna

—Ven, es la hora de deslumbrar a todo el Capitolio—dijo Cinna mientras que me guiaba por mi apartamento hasta llegar al ascensor donde estaba Effie, esta volvió aplaudir con una gran sonrisa y me tendió la mano para evitar que me pudiera caer por los tacones—, ¿Cómo ves a nuestro tributo?

—Espectacular. Owen te está esperando abajo, nosotros estaremos observándolos y captando patrocinadores. Suerte—dijo Effie mientras que Cinna y yo nos introducíamos en el ascensor.

Ninguna de las dos pronunciemos ni una sola palabra mientras que bajábamos las doce plantas que nos separaba de la zona donde se realizaría el desfile. Me miré por última vez gracias a las puertas del ascensor y mostré una leve sonrisa al comprobar que seguía estando preciosa. Los carros de todos los distritos son exactamente iguales en lo único que suele cambiar es en el color de los caballos, la raza de estos y los objetos que se puedan colocar en ellos a modo decorativo.

Los nuestros eran dos percherones negros, los cuales habían dejado el pelo con una trenza en un lado, pero suelto cayendo por uno de sus costados y sin ningún objeto característico pues Cinna había visto suficiente nuestra caracterización. Este me tendió la mano y me ayudó a subir a nuestro carro, Owen llevaba unos pantalones ajustados y una camisa del mismo color que el mío, unos brazaletes y casco iguales que los míos y un gran pico que le serviría para sujetarse pues era menos fuerte que yo.

—¿Algún consejo de última hora, Cinna?—pregunté mirando a mi estilista.

—Eres una dama, levanta la cabeza, sonríe pero, sobre todo sedúcelos. Sonríeles encantadoramente y, pensad que esas personas son vuestra familia del distrito 12. Demostrarles que le tenéis aprecio—contestó Cinna mirándonos a ambos seriamente—pero antes, toma esto—saco de sus bolsillos el collar de mi madre

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