Capítulo 33

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Apenas entro a mi habitación, mi vista se clava en el chico que duerme plácidamente en lo largo y ancho de mi cama como producto de la droga medicada que me pidió hace años

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Apenas entro a mi habitación, mi vista se clava en el chico que duerme plácidamente en lo largo y ancho de mi cama como producto de la droga medicada que me pidió hace años.

Quizás sea buena idea hacerlo esta vez.

Busco en mi cajonera una de mis pastillas para dormir.

—Hazte a un lado —Digo mientras muevo a Robbie a un costado de la cama —No he usado esta cosa en meses...

Me recuesto sobre la cama luego de tomar el somnífero.

Mientras espero a que el sueño me invada, mi mente revive cada beso dado con Iki en ese lugar.

—Iki me hace sentir lo que sentí con Jacob...

Estoy por dejarme caer dormido cuando Robbie comienza a Roncar como un cerdo. Intento moverlo, pero es completamente inútil.

—Maldita sea —Me levanto y salgo de la habitación a tropezones hasta llegar al sofá —La pastilla ya hace lo suyo, ¿eh?

Nuevamente estoy por caer cuando un ruido extraño llama mi atención. Proviene de la habitación de Iki.

¿A caso son...?

—Ay no puede ser...

No quiero oír cómo Beck se masturba. En el tiempo que lleva aquí, nunca lo oí haciendo tal cosa. Hasta llegué a pensar que era un hombre frígido.

Pero puedo oír que no lo es, porque al parecer, lo esta disfrutando cada vez más.

Maldito somnífero, justo cuando más necesito que me deje inconsciente, no lo hace; y para más, tengo que escuchar escenas aparentemente eróticas e intentar no imaginar nada con eso.

Nota mental, cambiar los somníferos por unos más fuertes.

No pasa mucho de que tengo que escuchar gemidos ahogados provenientes de la habitación de Beck hasta que al fin me duermo.

Es curioso no necesitar dormir. Pero creo que es más curioso dormir y tener sueños lúcidos.

Soy completamente conciente de todo lo que hago mientras duermo. Aunque siempre estoy en el mismo lugar, en el mismo tiempo, y con las mismas personas.

—Hola James.

Por eso intento no dormir. Por eso hago tantas cosas. Por eso perdí parte de mi cordura.

Porque así no tengo que verlo a él.

—Jacob... —Él se acerca a mí e inmediatamente acuna mi rostro entre sus manos.

—Tiempo sin verte —Dice antes de simplemente besarme en los labios —Tú no necesitas alguien con quien hablar de tus penas, cariño. Sabes que me tienes a mí.

—Sí, lo sé. —Murmuro. —Pero...

—Hace más de siglo y medio que morí, James —Oírlo decir eso siempre me duele —Pero prometí acompañarte hasta que llegara alguien que eliminara tu soledad.

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