La seda entre sus dedos se sentía como lava hirviendo, quemándole las yemas de los dedos. Aquél, pedazo de tela tan suave y sofisticada, le producía una incertidumbre tan profunda como el mismo océano.
Esa misma mañana, había ido a realizar su rutina de ejercicio como siempre hacía al parque.
Al regresar al hotel donde se encontraba alojada, la recepcionista de dicho hotel. Una joven, piel trigueña, pelo castaño y ojos caramelo. Se acerco hasta ella, para informarle que le habían dejado un paquete a nombre de ella.
La ceja de Yeimy se elevo tan alta en un signo de interrogación, que casi parecía perderse entre la linea de su cabello. Sin perder tiempo y mas que todo por curiosidad, con una sonrisa amable le consultó a aquella joven de que paquete se trataba y quien se lo había dejado. Pero solamente le dedico una cálida sonrisa con un imperceptible encogimiento de hombros como respuesta. Entregándole una disculpa silenciosa de no poder brindarle esa información.
Mientras la joven se daba vuelta para acercarse al muy elegante y pulido mostrador. En donde se podían apreciar varios objetos que se utilizaban todos los días como medios para su tareas laborales. Yeimy la siguió de cerca. El hall de recepción en ese momento estaba bastante concurrido y el bullicio de la gente indicando sus ordenes a los botones y consultando por sus reservas llenaban aquel espacio, haciendo casi imposible escuchar hablar a alguien en un susurro.
Mientras Yeimy se acercaba al mostrador, la joven recepcionista se agachaba desapareciendo pocos segundos de su vista. Para volver a aparecer ante ella con una enorme caja rectangular color crema adornada perfectamente en un lazo color celeste entre sus brazos.
-Lo siento Señorita Montoya solamente dejaron está caja con indicaciones de ser entregada solamente a usted. No dejaron remitente, ni ningún nombre. Pero en mi opinión, diría que lo dejo un chofer.
La ceja nuevamente de Yeimy se elevo por segundo vez en esa mañana.
- ¿Chofer?
- Si, por como estaba vestido. Diría un chofer de alguna persona millonaria o muy importante.
Recalcó aquella joven enfundada pulcramente en su traje de recepcionista de hotel.
Yeimy tan solo atinó a asentir, mientras sus ojos no se despegaban de aquella caja apoyada sobre el mostrador frente a ella. Con una suave y cálida sonrisa, tomo la caja entre sus manos sorprendiéndose de lo liviana que era. ¿Qué habría adentro? ¿Quién le estaba haciendo regalos? ¿Porque?.
- Muchas gracias señorita. Que tenga buen día.
Se despidió Yeimy de la joven recepcionista, retomando su camino a su habitación, acompañada de la enorme caja bajo su brazo.
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Ya al encontrarse en la seguridad de su habitación, no dudo un segundo en apoyar la caja sobre la primer superficie que encontró. Para comenzar a desenvolver el nudo del lazo y darle el acceso a la tapa superior. Un jadeo escapo de su garganta cuando pudo visualizar el contenido de ese regalo secreto. Sobre la superficie de un muy delicado papel de envolver, apoyada se encontraba un pequeño sobre color blanco con una pulcra letra cursiva, en la cual su nombre estaba impreso en color negro. Tomándola con manos temblorosas y un corazón palpitante, la dio vuelta para romper con su uña el pequeño sello de lacre.
"Perséfone: también fue condenada al inframundo por amor "
Un nudo en el estomago se acento dentro de Yeimy sin entender porque esa frase iba dirigida a ella. ¿O tan solo era una frase al asar?. Pero lo que más llamo su atención, fue quien firmaba su obra maestra.
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"Tenías que ser tu"
RomanceEsta historia es paralela a la novela. Comienza a partir de que Yeimy empieza con sus sesiones de fisioterapia de ahí en adelante. ¿ Que pasaría si la persona que mas daño te ha hecho, es la que mas terminas amando? Un amor contra toda lógica, eso...