12 | Aragog

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Dulces, hermosos y complacientes dieciséis años.

El auge de la adolescencia. La etapa donde los estudiantes no solo terminaban de prepararse académicamente, sino que empezaban una vida social, más concretamente una romántica.

A Eloise y Tom les iba muy bien en ambas vidas. Por un lado, eran los dos Slytherin con mejores calificaciones de toda la casa. Por el otro, eran una feliz pareja enamorada, que comenzaba a explorar los límites (y más allá de ellos) de su relación física.

En algún momento, los besos habían subido de nivel. Como Eloise había descubierto que podía meterse al cuarto de Tom sin ser descubierta, pasaban ahí tiempo juntos mientras sus compañeros de cuarto estaban ocupados. Primero platicaban, se contaban cómo habían estado sus días, pero de alguna u otra forma terminaban con Eloise encima de él, besándolo como ya se había vuelto experta, y quizá lanzándose un poco más al borde.

No era tonta. Desde aquella vez en que Tom le arrancó un gemido y ella se sintió terriblemente avergonzada, investigó acerca de eso. Hogwarts no abarcaba particularmente temas como la sexualidad de sus estudiantes, pero no estaba completamente desprovisto de información. Ahora sabía las bases y la teoría, pero nunca lo había puesto en práctica.

Tom siempre lo detenía todo cuando ella adentraba sus manos calientes debajo de su camisa.

Luego Eloise gruñía frustrada y se acostaba a un lado, y Tom se cernía sobre ella, besaba su ceño fruncido y le pedía que esperaran un poco más. ¿A qué? No sabía.

Todavía faltaba un año para que empezaran los EXTASIS, pero Eloise se estaba preparando desde ya. Con solo ver a los de séptimo vueltos locos por los exámenes, le entraban ganas de tener conocimientos con antelación. Es lo que llevaba semanas repitiéndole a su amiga, Constanze, pero ella siempre le rechazaba su invitación a estudiar. Y como Tom se ocupaba en otras cosas, como ser el alumno perfecto y asistir a las fiestas aburridísimas del profesor Sloghorn (a las cuales Eloise estaba invitada pero ella siempre estaba convenientemente enferma), no le quedaba de otra que ir sola a la biblioteca.

Sin embargo, no era tan malo, porque tenía compañía.

Una compañía difícil de pasar por alto.

—Yo también quisiera tener un dragón, pero es ilegal —le estaba diciendo a Rubeus, mientras los dos pasaban página al libro de Criaturas fantásticas y dónde encontrarlas.

Claramente, la advertencia de no juntarse con el semigigante se la pasó por el arco del triunfo.

—¿Te gustan los animales exóticos, Loi? —preguntó Hagrid con un deje de curiosidad, mirándola de reojo. Cuando ella asintió con muchas ganas, él se puso nervioso—. En ese caso... tal vez podría contarte...

—¿Contarme qué, R?

Hagrid se miró sus grandes manos y luego a ella. El cariño que le tenía a la castaña era notorio en sus ojos. Ella era la única amiga que tenía, lo cual era extraño considerando que era Slytherin, y Hagrid apreciaba mucho que se juntara con él a pesar de todos los consejos que le decían lo contrario. Incluso su novio, Tom Ryddle, le exigía que ya no le hablara, pero Eloise hacía oídos sordos. Ella decía «Nadie me dice con quién debo juntarme, o quién puede ser mi amigo. Ni siquiera Tom».

—Tengo algo que no debería tener —respondió por fin, en voz baja—. Está prohibido.

Eso captó la atención de la ojiazul.

—¿Hiciste algo prohibido, Rubeus?

—Sí —admitió—. Pero no se lo cuentes a nadie.

—Ok.

Fue así como Hagrid guió a Eloise fuera de la biblioteca, cruzaron pasillos y puertas hasta llegar a un armario en específico. El semigigante se internó a él y del fondo sacó un baúl de tamaño mediano. Eloise se asomó, intrigada.

—¿Qué hay ahí?

—Eloise, no le puedes decir a nadie lo que te mostraré, porque se la llevarán.

—Basta de misterio —urgió ella muy ansiosa, por lo que Hagrid suspiró tembloroso y abrió el baúl cuando Eloise estuvo dentro de la habitación.

Lo que había dentro del baúl la dejó petrificada.

—Es una...

—Acromántula, sí —confirmó Hagrid con una sonrisa entusiasta—. Me lo dieron cuando aún era un huevo, así que nació aquí.

—Vaya —quiso deslizar un dedo por encima de su azabache pelaje, pero la acromántula estaba dormida. Era grande, más grande que el plato donde les servían postre, a pesar de ser bebé—. Es impresionante. ¿Cómo se llama?

—Aragog.

—¿Es un macho? —el otro asintió—. Bueno, Hagrid, tendrás que tener muchísimo cuidado con él. Si la descubren te meterás en muchos problemas.

Hagrid hundió los hombros, desanimado.

—Lo sé, pero no puedo cuidarla todo el tiempo. Tengo que ir a clases.

Era absolutamente una mala idea verse involucrada con el escondite de una acromántula que estaba prohibida en el castillo porque tarde o temprano iba a crecer hasta superarlos por varios metros y probablemente a comerlos vivos a todos, pero...

—Yo vendré a verla cuando tú no puedas —dijo, muy segura. El rostro de su amigo se iluminó en una alegría desbordante, y Eloise pensó en cómo era posible que odiaran a alguien que era tan adorable y noble.

—¿En serio?

—Por supuesto —le sonrió divertida—. Será nuestro pequeño secreto.

Hagrid entrelazó su dedo meñique, enorme, con el de Eloise, diminuto. Era su pequeño secreto.

Solo que, sin que ninguno de los dos lo viera venir, dejaría de convertirse en un secreto.

Y entonces el verdadero tormento iba a comenzar.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora