26 | Positivo

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EL PEDOTE QUE SE VA A ARMAR jejej se viene lo bueno.

Tal vez era porque nunca en su vida había peleado de esa manera con su esposo, pero al día siguiente Eloise se sentía descompuesta. Física y mentalmente.

No había salido del baño en toda la mañana, vomitando lo que no había ingerido, y después vomitando por haber llorado, porque Severus no se había presentado a primera hora, lo cual significaba que Tom terminó por imponer su autoridad sobre la de ella, reduciéndola a una esposa pisoteada y abandonada en el piso de su baño, oliendo a vómito y tristeza.

Estaba demasiado sensible, preguntándose una y otra vez en qué momento escalaron a esto. Desde que lo conoció supo que era peligroso, pero aun así se enamoró y lo siguió y lo apoyó en todo. Ahora estaba ahí, encerrada en una jaula que ella misma construyó, conectada a él para siempre.

Mientras lloraba, se rio con ironía. Tom le había prometido un para siempre en aquella cueva, y se lo había tomado bastante en serio.

Cansada y hambrienta pero incapaz de mantener el alimento en su estómago, se arrastró hasta la tina de baño, llenándola de agua caliente. A penas consiguió despojarse de su ropa, pero ya dentro de la tina dejó todas sus preocupaciones se deslizaran por su cuerpo como gotas de agua.

No sabía qué hacer, pero sabía que no quería estar ahí. Miró sus manos adornadas de anillos y se quitó uno a uno con lentitud, llorando otro poco más al llegar al de matrimonio y decididamente llorando aún más en el de los Gaunt. Con todo el dolor de su alma, se lo quitó.

En el instante en que el anillo dejó de estar en su dedo, todo vino a ella con una fuerza abrumadora.

Cada cosa que hizo. Cada crimen, cada crucio, cada imperio, cada vez que presenció una muerte injusta y solo volteó la cara. Cada vez que permitía que los mortífagos cazaran a sus amigos del colegio como animales por diversión, solo porque ese era el deseo de su esposo. Cada vez que participó en la planeación de las estrategias que mataron a muggles y magos, personas inocentes con familias esperándolos en casa.

Eloise encogió las piernas y abrazó sus rodillas, y se quedó durante una hora hecha un ovillo, desnuda, mojada, absolutamente desconsolada y profundamente quebrada.

Tenía curiosidad por qué sería de ella a partir de ese momento. Probablemente Tom la obligaría a asesinar a alguien para completar su extraño ritual de la inmortalidad, lo mismo que quizá él ya había practicado y por eso tenía ese aspecto tan enfermo. Le había mentido respecto a eso, y con una vaga amargura se preguntó qué otra mentira le habrá dicho.

Con las pocas fuerzas que su cuerpo albergaba, salió del baño, cubriéndose con su bata. Tom no había vuelto para dormir, quizá perdido asesinando alguien para desquitar su furia, o quizá siendo inocentemente consolado por Perratrix. El pensamiento la desanimó. Una infidelidad era lo único que le hacía faltar para terminar de sentirse denigrada.

Eloise se miró al espejo, notando lo delgada y ojerosa que estaba, y entonces empezó a rememorar los últimos años, buscando en cuál de todos fue que su matrimonio se condenó al fracaso.

Llevaban meses, por no decir años, discutiendo por todo, deteniéndose algunas noches para pasarlo juntos, porque a pesar de todo estaban enamorados y se deseaban cada minuto. No obstante, habían pasado tres semanas desde su última vez. Y había sido tan caótica y llena de rudeza y reclamos, que Eloise por poco olvidaba tomarse su...

La crema hidratante cayó de sus manos.

Eloise había olvidado tomarse su tónico anticonceptivo, sumida en la tensión de la pelea.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora