19 | Te amo

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Una semana después de la entrega del anillo, Tom y Eloise recogieron sus maletas y simplemente se fueron a la primera recepción que funcionara de capilla y contrataron al primero maestro de ceremonias que se les atravesó para que oficiara su boda.

Fue un evento pequeño, espontáneo, sin testigos ni invitados porque ninguno quería que personas externas presenciaran el momento que era solo de ellos. Únicamente los dos frente al hombre que recitó las palabras que los unió como matrimonio. Aunque, había que admitir, había sido precioso.

Estaban bajo un arco de flores que funcionaba perfecto como decoración, y cuando ambos dijeron el «Sí, acepto» y Tom besó a Eloise, la ayudante del maestro tuvo el detalle de lanzarles pétalos de flores, usando un poco de magia para tenerlas levitando el tiempo suficiente para que pudieran tomarles una fotografía, donde Eloise estaba colgada del cuello de Tom, riendo con la cabeza ligeramente inclinada y los ojos casi cerrados de felicidad, con su bonito vestido blanco de finos tirantes cayendo en volantes por sus piernas. Tom, por otro lado, vestido de un elegante traje gris, la sostenía de la cintura y la miraba atentamente con una minúscula sonrisa en su rostro. Era una foto hermosa que prontamente quedaría enmarcada para siempre.

Lo que pasó después fue la culminación idónea de la velada.

Tom había conducido junto a Eloise por un camino emparedado, rodeado de flores y árboles tupidos, gracias al coche que había logrado comprar con algunos ahorros. De alguna manera, el dinero le iba bien a Tom. Sabía administrarlo y conseguirlo, sin contar los millones de contactos que se hizo y los otros cientos de favores que cobró. De cualquier forma, su uso más importante fue llevar a una recién casada y risueña mujer hasta una cabaña de aspecto acogedor en un bosque a las fueras de Escocia. Era de un solo piso, con ventanales que encaraban el paisaje verdoso, y un jardín con fogata y hamacas en los árboles.

Eloise iba con la cabeza fuera de la ventana mientras Tom estacionaba el auto.

—Waaaao —murmuró la castaña, pensando que aquella era la casa más divina que alguna vez hubiera visto, en medio de la nada, sin problemas ni civilización. Tranquila, serena y solo para ellos—. Es un lugar precioso.

Cuando el auto se detuvo, ella prácticamente saltó fuera de él. Llevaba el pelo suelto con una delicada trenza de lado a lado, y su vestido blanco serpenteaba con el aire. Se veía como un ángel, y Tom podía confirmarlo mientras se encargaba de bajar las maletas ya que Eloise estaba dando brincos de felicidad debido a que había divisado un lago a lo lejos.

—¡Me quiero quedar a vivir aquí para siempre! —gritó desde la hamaca, meciéndose como niña pequeña y riendo contenta—. ¡Amo este lugar! ¿Nos quedaremos mucho tiempo?

Tom terminó de colocar las maletas al pie de la puerta y se dirigió a ella.

—Unos pocos días, me temo. —Se acostó a su lado, con cuidado de no volcarlos a manos, y le pasó un brazo por los hombros cuando ella se acurrucó en su pecho—. Después empezaremos nuestro viaje por el mundo, como quieres.

—Eso me gusta —sonrió ella, con los ojos cerrados por el sol que le pegaba en la cara—. Me encanta, de hecho. Estoy tan emocionada... ¡tomaré fotos de cada ciudad que visitemos!  Y luego haré un álbum que con los años iremos llenando, hasta que no quede más espacio y entonces podamos sentarnos a verlo y recordar —le dio un beso en el pecho, por encima de la camisa—. Siempre es bueno recordar.

Tom prefirió no responder y simplemente quedarse ahí, con ella entre sus brazos, acariciando la piel desnuda de su espalda producto del escote del vestido. Eloise entró en un estado tal de absoluta relajación que tuvo que parpadear, soñolienta. Estaba tan cómoda, tan repleta de vida. Si le pidieran elegir un solo día entre todos sus años de existencia, ella siempre escogería este, el de su boda, porque se había casado con el amor de su vida, quien era su mejor amigo desde niños, que la cuidaba y la protegía y la quería como nadie más. Tom le ofrecía un refugio a su lado, una familia, un abrazo en el cual esconderse al final del día.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora