30 | Ha vuelto

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Catorce años después, 1995


"... y entonces el profesor Flitwick me dio diez puntos por mi exposición, así que Hufflepuff está en segundo lugar en la tabla gracias a mí. A los de Slytherin no les gusta estar por debajo de nosotros, pero Gryffindor nos apoya mucho. En especial Danielle. Ella es maravillosa, mamá, de verdad. Ojalá pudieras venir y conocerla, o que ella pudiera ir a casa en las vacaciones. Se llevarían muy bien. Es un año mayor que yo, pero es mi mejor amiga, y cuando me pregunta sobre mis padres quisiera poder decirle la verdad, pero tengo mucho miedo de que me odie. No quiero perderla.

Por cierto, mañana es la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos. Lo que para ti será hoy cuando te llegue la carta. Mi padrino dice que es un juez imparcial, pero es bastante obvio por quién apuesta. El profesor Snape sigue siendo tan insoportable como siempre, aunque a veces lo veo rondar por los pasillos con cara triste. Él no sabe tu apellido de soltera, ¿verdad, mamá? Tal vez si le dijeras que estás viva, ya no estaría tan deprimido. No tiene amigos. A los únicos que tolera son a sus alumnos de Slytherin, principalmente a Malfoy, pero yo le he visto tratar a Danielle diferente, casi con melancolía, como si ella le recordara a alguien que quiso. Tal vez eres tú, o tal vez es otra persona. 

Así es Danielle, ¿sabes? Ella se siente como un hogar.

Con respecto a mis materias, me va muy bien. Tengo excelentes notas, y la profesora McGonagall dice que soy un mago muy prometedor, con un gran potencial. Así era papá, ¿no? Y así eras tú. Vi su premio en la Sala de Trofeos. Hogwarts lo recuerda como un héroe, mamá. Ellos no tienen ni idea.

En fin, debo irme. Esta carta fue más larga que las anteriores, pero es que te extraño demasiado. Quisiera que pudieras pasar a recogerme en King's Cross, entenderé si no puedes. Kelly dice que también te mueres de ganas por acompañarme al callejón Diagon y llevarme de la mano hasta el tren. Eso último no es necesario, de verdad. Oh, casi lo olvidaba. Tío Hagrid te manda tus buñuelos favoritos. Me contó que los comías demasiado cuando estabas embarazada de mí pero, mamá, los probé y saben horribles. Tío Hagrid no tiene el mejor sazón, creo que eres la única que adora su comida.

Debo irme. Te mando besos y abrazos varoniles. Te amo, mamá. Pronto nos veremos.

Tu siempre guapo hijo,

-Christian Walker."

Eloise releyó la carta una segunda vez, entre risas, con su corazón de madre apachurrado. Christian era un chico precioso y amable, y siempre recibía sus cartas con lágrimas en los ojos, deseando poder darle la vida normal que se merecía. A pesar de los actos atroces de sus padres, él había crecido siendo un buen muchacho, respetuoso y bondadoso, con el cabello negro de su padre y los ojos azules de su madre.

Ambos poseían una conexión muy especial y solidificada, sin mentiras ni engaños. Eloise jamás le había ocultado quién era su verdadero padre ni las cosas que los dos hicieron en el pasado. Cada vez que él le pedía que le contara otro pedazo de su historia, por más inofensivo que fuera, a Eloise le daba terror de que su pequeño le viera con odio, asqueado del monstruo que era. Pero Christian había reaccionado siempre con mucha madurez, lo que era sorprendente para su edad. Terminaban con él consolándola, diciéndole cosas como que sus pecados no la definían si se arrepentía honestamente de ellos, y que era tan buena madre que nada podría hacer que dejara de quererla.

Por eso entendía sus sentimientos por la melliza Potter, a quien Eloise no había conocido, ni a su hermano, por diversas razones. Entre ellas, estaba el hecho de que Eloise no salía de su casa a menos que fuera estrictamente necesario, y en esas ocasiones usaba una poción multijugos para tomar el aspecto de Kelly, su ama de llaves. A pesar de que más de una década había pasado, no podía estar completamente segura de que los mortífagos fanáticos ya no existieran. Sabía que Voldemort no estaba muerto, y tan solo de pensar en el riesgo de que pudieran reconocerla y verla llevando al hijo legítimo de su señor, le paralizaba el corazón. Christian era su todo, no concebía que se lo arrebataran ni que pudrieran su alma de magia oscura.

Otra razón, era la vergüenza de saber que fue su esposo quien asesinó a sus padres. Se sentía, en parte, culpable de lo ocurrido. No importaba que estuviera inconsciente cuando sucedió, seguía siendo cómplice por haberlo apoyado desde sus inicios. Viendo su vida en retrospectiva, se dio cuenta de que había estado fomentando su ambición aceptando casarse con él, jurándose un para siempre, diciéndole que nada podía ser malo si era por amor, ignorando sus bravuconerías en el orfanato y en el colegio.

Tal vez pudo haber detenido la existencia de Lord Voldemort si no hubiera permitido que la manipulara a su antojo. Si no hubiera sido tan débil.

Sin embargo, ya no lo era. No cuando tenía alguien por quien salir adelante. Quería seguir viviendo, así fuera escondida, para ver a Christian crecer y convertirse en un hombre que no seguiría sus pasos, sino que sería mejor. Quería verlo enamorarse (aunque sospechaba que ya lo estaba), quería verlo casarse y quería conocer a sus nietos, si él quería dárselos.

No quería perderse los pequeños placeres de su vida.

Quizá fue por eso que la noticia le cayó con más crudeza.

Fue ese mismo día, por la noche, mientras tejía unas bufandas para los mellizos, como agradecimiento por ser buenos amigos de su hijo. Kelly estaba cantando en la cocina, por lo que no escuchó el picoteo en la ventana. Eloise alzó la vista y se encontró de lleno con un Fénix del otro lado del cristal. Sabía a quién le pertenecía, así que abrió la ventana y le dio paso al ave.

—Hola, Fawkes, qué sorpresa. ¿Qué traes ahí?

Era un pergamino enrollado, atrapado en su hocico. Abrió la mano y Fawkes le depositó el papel en la palma. Seguido de eso, se fue volando por la ventana sin esperar una contestación. Confundida, Eloise desenrolló el pergamino. No tenía remitente, pero conocía perfectamente quién la había escrito.

Eran solo dos palabras. Dos palabras que tiraron abajo sus murallas y erizaron sus vellos con terror. Dos palabras que marcarían el comienzo del verdadero final.

«Ha vuelto».

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora