20 | Caballeros de Walpurgis

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Los primeros años del joven matrimonio Ryddle tuvieron dos caras de la misma moneda:

Por el lado de Eloise, fueron un paraíso lleno de amor y anécdotas y fotos divinas de todos los lugares que visitaron, así como noches acurrucados y madrugadas despiertos hablando sobre sus planes en el futuro. Tom la consentía muchísimo, enamorándola cada vez. Era la mujer más feliz del mundo y sentía que nada en la vida podría arrebatarle eso.

Es ahí cuando entraba la otra versión, la de Tom.

En cada ciudad que visitaban, él conocía magos y brujas con sus mismos ideales, reclutándolos silenciosamente para formar parte de su séquito. Todo pasaba cuando Eloise no veía, no porque no confiara en ella, sino porque no quería espantarla. Se lo diría una vez tuviera seguro que ella no se iría, cosa que no podía ser posible porque ya era su esposa.

Empezaron llamándose Caballeros de Walpurgis. Seguidores de Tom, cuyo nombre real había estado manteniendo oculto porque no le interesaba que lo conocieran de esa manera. Tom Ryddle era una persona que solo existía cuando estaba junto a Eloise, de ahí en fuera el mundo sabría de él con el anagrama de Lord Voldemort. Lo había decidido, muy apropiadamente, cuando vio a su esposa completar un juego de anagramas en un periódico local.

Sus planes estaba en marcha y el camino era perfecto, pero ya no podía seguirlo escondiendo porque las consecuencias se hicieron físicas. Se había vuelto más pálido, con los ojos oscuros opacos y ojeras que no lograba ocultar de una preocupada Eloise. Parecía enfermo, lo cual era extraño porque los magos no sufrían de enfermedades muggles, al menos no con la misma potencia.

Pero Tom seguía diciendo que estaba bien, así que Eloise mermó sus insistencias, usando su aspecto como excusa para cuidarlo y llenarlo de besos que lo hacían reír. Estaban juntos mucho tiempo, excepto por aquellos viajes que duraban máximo un día, donde Tom buscaba un buen trabajo para ofrecerle a Eloise asentamiento. Cuando él se iba, la castaña salía sola a disfrutar del día en la ciudad donde estuviera. Por lo regular iba perdida capturando cada minúscula cosa con su cámara, admirando a los muggles haciendo cosas de muggles, pero por alguna inexplicable razón nunca podía acercarse a ellos sin que le rehuyeran.

Era como si hubieran sido advertidos de no acercársele, debido a que la ignoraban groseramente. Eso no era lo más extraño que le había sucedido, sin embargo, porque Eloise podía jurar que alguien la seguía. Le daba la sensación de haber visto al mismo sujeto varias veces, en varios de los lugares que visitaba, pero no podía asegurarlo. Cuando se lo contó a Tom, él le dijo que estaba siendo paranoica. Y si Tom, que era súper cuidadoso con su bienestar, no le daba importancia, significaba que nada iba mal.

Fue cerca de 1947, dos años después de graduados y casados, que Tom le propuso mudarse definitivamente a una casa que encontró en un pueblo al que visitó en su búsqueda de trabajo. El pueblo se llamaba Little Hangleton, se trataba de una villa muggle ubicada en Inglaterra. Le sorprendió bastante que no se tratara de una colonia abarrotada de magos, con lo mucho que Tom odiaba a los humanos, pero la casa le había fascinado desde el primer momento que la vio.

Y luego, cuando ese mismo día Tom le contó a quién realmente le pertenecía la casa, Eloise decidió que se convertiría no solo en la herencia de Tom por ser un Ryddle, sino en su hogar.

—Es preciosa —estaba diciendo mientras iba de cuarto en cuarto, con los ojos brillando de emoción. Tom la seguía de cerca, desinteresado, pero adorando la expresión en el rostro de su esposa—. ¡Mira todos estos cuartos, Tomy! Podemos convertirlos en estudios, uno para mis fotografías, otro para mis pinturas en lienzos, otro para mis dibujos... —lo volteó a ver—. Ah, perdona, ¿tú también quieres un estudio? Podría dejarte libre un cuarto, no me molesta.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora