07 | Para siempre

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—Walker, Eloise.

Eloise estaba temblando cuando se sentó en el taburete y le colocaron el Sombrero Seleccionador en la cabeza.

Ya habían pasado la mayoría de los alumnos, incluido Tom, al cual lo habían enviado directamente a Slytherin. Eloise no tenía muchas expectativas en las casas y en realidad estaría muy satisfecha en la que fuera. Sí, quería estar con su amigo, pero asistir al mismo colegio le parecía suficiente. No le molestaría si llegara a quedar en otra casa, aunque Ravenclaw le llamaba muchísimo la atención.

La oscuridad la recibió y ella aguardó en silencio, hasta que algo parecido al ronroneo de un gato sonó en su oído.

—Pero ¿qué tenemos aquí? —Dijo una voz misteriosa, la que supuso era del sombrero, así que lo dejó continuar—. Un caso complicado y a la vez muy sencillo. La respuesta es clara, pero el camino está lleno de obstáculos... Apariencias, nada más que dulces y tenebrosas apariencias...

Eloise frunció el ceño sin entender, sin atreverse a preguntarle al respecto. Desde que se enteró que era bruja se comprometió a respetar la magia en cualquiera de sus presentaciones; por eso trataría a los fantasmas como vivos, y agradecería siempre a los retratos o les preguntaría cómo había estado su día.

El sombrero siguió parloteando.

—Eres Slytherin en toda la extensión de la palabra, aunque quieras aparentar otras cosas... Sin embargo, lo que veo aquí, rodeándote como una leona protegiendo a sus crías, me hace pensar que en Gryffindor lo harías muy bien... Eres digna, muy digna, debes recordarlo toda tu vida... Lo necesitarás.

—¿Entonces? —Preguntó confundida—. ¿Soy Slytherin o Gryffindor?

—Una Slytherin con alma de Gryffindor —respondió con su voz cantarina—. Pero Slytherin al final. ¿Estás lista?

—Eso creo.

—En ese caso... ¡SLYTHERIN!

Los aplausos sonaron cuando el sombrero fue retirado de su cabeza. Eloise sonrió a la profesora que la ayudó y se encaminó a su mesa, junto a Tom. No era un recibimiento especialmente caluroso, no como los Gryffindor y los Hufflepuffs recibían a sus miembros, pero estaba bien. Su amigo le hizo un espacio y ella, todavía confusa por las palabras del sombrero, se sentó.

—Una Hatstall, ¿eh? —Una chica de bella piel oscura le codeó el brazo, amigable—. Siempre es bueno tener Hatstall en nuestra casa. Nos suman puntos si les caes bien a los profesores.

—Perdona, ¿qué es una Hatstall?

—Una persona que dura más de cinco minutos con el sombrero —explicó ella—. Significa que no sabía dónde ponerte, porque tienes fuertes cualidades de otra casa. Mi padre dice que los Hatstall son piezas clave para ganar la Copa, porque son los líderes.

—Dudo mucho que yo vaya a ser la líder, pero espero ser de ayuda para ganar esa Copa —sonrió con simpatía y recibió el mismo gesto de la chica, que le extendió una mano.

—Me llamo Constanze, ¿quién eres tú, Hatstall?

Eloise le aceptó la mano rebosante de alegría. No le había costado ni un poco hacer su primera amiga.

—Eloise —se volteó a su amigo, aparentemente recordando su existencia, y lo encontró escrudiñando la sala con ojos inquisitivos—. Él es Tom, Constanze. Es mi mejor amigo.

—Hola, Tom —pero el chico solo le dio un seco asentimiento, así que la morena volvió su interés a Eloise—. Tienes suerte de que te haya tocado con tu mejor amigo. La mía está en Hufflepuff, pero no importa. Estar en casas diferentes no tiene por qué ser un inconveniente.

—Estoy absolutamente de acuerdo.

Se sumergieron en una corta conversación que acabó cuando el director del colegio dio una plétora de advertencias y bienvenidas, y entonces apareció un banquete lleno de comida humeante y deliciosa y después postres de todo tipo. Eloise estaba con el estómago a reventar cuando el prefecto de Slytherin los llevó a la sala común, una habitación fría y al mismo tiempo elegante, con el color verde como protagonista.

Los dejaron permanecer en la sala común durante unos minutos para que todos se conocieran antes de irse a dormir, y ninguno de los dos desaprovechó la oportunidad de pasarlo juntos.

—Fue una gran coincidencia que nos tocara juntos, ¿no?

Tom negó. A pesar de que se le notaba la satisfacción de tenerla en la misma casa, no le terminaba de gustar estar rodeado de tantas personas.

—No fue una coincidencia, así tenía que ser.

Eloise le pasó una mano por el pelo, alborotando su perfecto peinado.

—¿Estás diciendo que fue cosa del destino? No me digas que tú, precisamente tú, crees en esas cosas.

El pelinegro la miró con fastidio y se acomodó el cabello a las malas.

—No hagas eso —le reprendió—. Y no, no creo en esas cosas. Solo digo que no somos diferentes, Eloi, aunque lo parezca. Pertenecemos al mismo lugar.

—El uno al lado del otro —murmuró con una boba sonrisa. Tom estaba acostumbrado a que a veces ella fuera muy cursi, no obstante aquello solo sucedía cuando estaban solos, no en el mismo cuarto que decenas de otros estudiantes.

—Contrólate, Eloise —le dio un empujoncito por la frente a lo que ella respondió riendo en alto. Varias miradas se giraron hacia ella, hacia su sonrisa hermosa y alegre, su cabello brillante y lacio, sus ojos azules y profundos...

—Okay, Tomy —sostuvo su mano por debajo del cojín que había entre ellos. Tom dejó de observar desdeñoso a los demás para contemplar a la castaña—. Me hace muy feliz que estemos juntos, pero debemos tener claro que esto no es el orfanato.

—¿Qué quieres decir? —El rumbo que estaba tomando la conversación no era su favorito.

—Que tenemos que hacer otros amigos, Tomy. Vamos a crecer aquí, y honestamente no quiero ser recordada como la bruja que perseguía los pasos del gran mago Ryddle —Eloise estaba segura de que Tom llegaría a ser un mago muy famoso—. Formaremos una vida en este mundo, con gente igual a nosotros. Podemos ser como queramos, por fin. No necesitamos alejar a todos.

Tom lo pensó durante un momento en el que observó contemplativo a grupos de chicos y chicas convivir entre ellos, y se imaginó a Eloise integrada. No fue difícil. Ella era muy sociable, risueña, simpática. Eloise era una niña sumamente agradable y sabía que a la gente no le costaría quererla.

—Está bien —accedió, pues él también estaba consciente de que necesitaba hacerse de ciertos amigos—. Pero no es verdad eso de que hay gente como nosotros. Nadie es igual a ti, y mucho menos a mí.

La chica sonrió divertida y asintió dándole la razón.

—Claro que no, tú y yo somos inigualables. —Su sonrisa fue borrándose gradualmente—. Tomy.

—¿Qué?

—Prométeme algo.

Esta vez, los ojos de Tom resplandecieron de interés cuando la miró.

—Dímelo.

—Prométeme que aunque hagas miles de amigos y amigas y te vuelvas popular y todo el mundo te ame, yo siempre seré la primera y la única y la más especial y tu favorita.

Le extendió el meñique, a lo que Tom rodó los ojos, pero lucía muy serio cuando entrelazaron sus meñiques y posó su mirada en la suya.

—Lo prometo —aseguró, y Eloise suspiró aliviada, rehusándose a soltarlo.

—¿Para siempre?

—Para siempre.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora