28 | Duerme

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Cuando se despertó, le dolía todo el cuerpo.

Parpadeó varias veces, buscando adaptarse a la luz artificial que se desprendía del techo. Estaba acostada en una superficie blanda, que olía a su perfume de rosas. Reconoció su habitación de inmediato.

Pero había demasiado silencio. No era el recibimiento que esperaba luego de una casi deserción. Al menos, pensaba que estaría atada a la cama. No le hubiera sorprendido.

—Buenos días, cariño.

Eloise juntó fuerzas para incorporarse, quedando sentada en la cama con la espalda apoyada en la cabecera. No traía la misma ropa de ayer, su cabello estaba semi húmedo y yacía cobijada. Un efímero recuerdo asaltó a su mente, de cuando fueron de excursión en el orfanato, en invierno, y Tom la había arropado hasta las narices.

Levantó la cabeza, notando que él estaba sentado frente a la cama, con el tobillo sobre su rodilla y las manos extendidas en los reposabrazos. No había nada cálido en su mirada, por lo que Eloise decidió tratarlo como tal.

—Voldemort.

Él le obsequió una sonrisa oscura, casta de sentimientos.

—¿Ya no soy Tomy?

—Dejaste de serlo hace años.

Aquello tocó su punto sensible. Su rostro mortalmente pálido, grisáceo dependiendo de la iluminación, tensó cada músculo. Su cabello negro había tenido mejores días. La verdad era que, habiendo removido el filtro de sus ojos, veía a Voldemort como lo que realmente era: un hombre obsesionado con el poder que se perdía a sí mismo cada día, enfermo.

—Eloise, siento que hemos retrocedido pasos agigantados en nuestra relación.

Ella rio falsamente, sin ganas.

—¿Te lo parece? —levantó su brazo tatuado. Voldemort negó con la cabeza y abandonó la silla para ir a sentarse en la cama, al lado de sus pies, los cuales Eloise encogió como demostración del repudio a su cercanía. Él se dio cuenta, claro estaba.

—Te escapaste.

—No me digas —murmuró irónica.

—Creí que no lo harías después de tener la marca —siguió diciendo, con el semblante vacío de emociones. Para ser sincera, a Eloise le aterraba más que estuviera tan tranquilo.

—¿Te refieres a la que impusiste en mí, abusando de mis derechos? Ajá, pues no me retuvo.

—Lo sé —admitió sereno, erizando la piel de Eloise—. Tenía la esperanza de que no necesitaría hacer algo más, cariño. De verdad deseaba que recapacitaras y te dieras cuenta de que lo mejor era estar quieta.

—¿Quieta, como una bestia domesticada? No, cariño, no me conociste así. —Sorbió por la nariz. Sus hormonas estaban muy alborotadas—. No sé qué salvajada tengas en mente para retenerme, pero no servirá. He decidido dejarte a ti y a todo lo que te involucre. No quiero más estar en la magia oscura.

Esperó, y esperó y esperó. Voldemort siempre se volvía loco cuando ella mencionaba dejarlo, pero esta vez se mantuvo apático y pensativo. Ni siquiera la miraba. Tenía la vista clavada en el suelo.

—¿A quién le escribiste?

—¿Eh?

Por fin se dignó a darle la cara. 

—Seguimos tu rastro. Farmacia, tienda de correos, baño público, tienda de ropa. —Por un momento, su corazón dejó de latir al considerar que quizá investigaron lo que había comprado, pero Voldemort no parecía saberlo—. Escribiste una carta y enviaste una lechuza. Quiero saber a quién iba dirigida. No tienes amigos.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora