Capítulo 5

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Siento la mirada de mi madre y Prim sobre mí mientras comemos, pero ninguna se atreve a decir nada.

Desde aquella discusión en casa de los Hawthorne, hace ya dos semanas, me he dado cuenta de que ellas han querido hablar conmigo, pero al parecer no han encontrado el momento para hacerlo.

Y es que, entre la cosecha que fue hace una semana, y en todo lo que eso conlleva, ni mi familia ni los Hawthorne han tenido cabeza para pensar en algo más. Pero, por fortuna, ni Vick ni Posy salieron seleccionados. Y fue un gran alivio para todos.

En la cosecha nada es seguro, y cualquiera podría salir seleccionado, pero Gale y Rory han estado trabajando duro para que sus hermanos no pidan teselas, y que así reduzca el chance de que sus nombres salgan de esas urnas. Y al parecer esta funcionando, porque, por lo menos este año, ellos están a salvo.

—Katniss —me llama Prim, la miro—. ¿Está todo bien entre Gale y tú?

Asiento con la cabeza, y desvío la mirada para no delatarme.

—Sólo son cosas de matrimonio —me limito a decir—. No tienes porqué preocuparte.

Ella asiente con la cabeza, y sigue comiendo en silencio. Pienso que va a insistir en el tema, pero en lugar de eso, ella dice:

—Posy me preguntó si la acompañábamos a la ciudad por dulces. Ha vendido uno de los quesos de cabra que hice, y quiere comprarse algo especial.

Suspiro.

—Está bien.

Acabamos de comer, y mientras recogemos la mesa, escuchamos que tocan la puerta. Al abrir, veo que es Posy. Nos saluda, y salimos de la casa.

Mientras caminamos, la niña nos toma a Prim y a mí de la mano. Ella se me queda viendo, y después me pregunta:

—¿Cuántos años tienes? —frunce el ceño.

—Soy dos años menor que Gale, ¿lo recuerdas?

Ella sonríe.

—No recuerdo la edad de Gale —confiesa.

—Él tiene veintiséis —le digo—. Y yo veinticuatro.

—Quisiera tener la misma edad de ustedes —admite—. Para poder casarme —frunzo el ceño—. Y para ya no ir a la cosecha.

Prim y yo intercambiamos miradas, y después ella mira a Posy.

—Oye —le dice—. Tus hermanos siempre harán lo que sea para que tu nombre jamás salga —le acaricia la cabeza—. Fue tu primer año, y al próximo sólo habrá un papel más. No tienes por qué preocuparte.

Ella sonríe, satisfecha con lo que le ha dicho Prim, y seguimos avanzando.

Llegamos a la dulcería, y ella se pide una bolsa de caramelos de colores. Los paga orgullosa con el dinero que ha traído, y después salimos.

—Tomen un poco —nos invita.

—No, tú te has ganado esos caramelos —le digo—. Disfrútalos, acábatelos completitos.

Seguimos caminando, pero, de repente, me encuentro con unos ojos azules conocidos. El corazón me da un brinco, por la sorpresa. Y me pongo nerviosa, porque él no deja de verme.

Me sobresalto cuando escucho que mi hermana dice:

—¡Peeta! —lo saluda con una sonrisa, la miro confundida—. ¿Qué haces por aquí?

—Vine a dejar a mi sobrino con su mamá —la mira, y señala la carpintería—. ¿Y ustedes?

—Vinimos a comprar dulces —señala a la hermana de Gale—. Ella es Posy, hermana del esposo de Katniss.

Siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora