Capítulo 24

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Su brazo me rodea la cintura, y su pecho me roza la espalda. Pienso que está despierto, pero descarto la idea al escuchar lo calmada que está su respiración.

Con cuidado me zafo de su agarre, y me levanto.

Lo miro, tiene los ojos cerrados y parece tranquilo. Aprovecho que está dormido para buscar mi ropa. Parte de ella la encuentro en la habitación, salgo de la recámara para buscar el resto.

Me visto en silencio, y una vez que termino, regreso a la habitación para mirarme en el espejo. Me desenredo el cabello con los dedos, y lo trenzo. Me miro a través del reflejo, pero mis ojos van directo a Peeta.

Él duerme tranquilo. Pero, de repente, veo que estira el brazo y lo pasa por donde estaba acostada. Se apresura a abrir los ojos y me busca con la mirada.

Me encuentra casi al instante. Se sienta sobre la cama.

—¿Vas a irte?

No respondo, sólo desvío la mirada.

Él se levanta, y se acerca. Me hace girar para mirarlo.

—¿Qué es lo que tengo que hacer para que te quedes? —pregunta alterado—. Te he dicho que te amo, que eres la única mujer con la que quiero estar, que no puedo estar sin ti... pero no parece bastarte. ¡Qué es lo que quieres!

—¿A quién eliges? —lo enfrento—. ¿A ese niño o a mí?

La pregunta lo para en seco. Parece aturdido.

—¿Qué?

—¿Con quien eliges quedarte? —lo enfrento—. ¿Con ese niño o conmigo?

No responde. Pero no tiene que hacerlo, porque ambos sabemos la respuesta.

—No me hagas esto —niega con la cabeza—. Por supuesto que no puedo responder algo como eso.

Me acerco.

—Lo elegirás a él, porque es tu niño —se me forma un nudo en la garganta—. No hay lugar para ambos, quiero que lo entiendas. Tú quieres hijos, y ya tienes a ese niño. Querrás una familia para él, como cualquier padre. Yo no formo parte de esos planes.

—Katniss...

Niego con la cabeza, interrumpiéndolo. No puedo dejar que siga hablando. Sólo me confundirá, y no puedo permitirlo. Ya he tomado mi decisión, no pienso cambiar de idea.

—Cuando ese niño nazca, vas a amarlo, más que a cualquier cosa, vas a estar dispuesto a dejar todo por él. ¿Realmente sacrificarías su felicidad para estar conmigo? Puede que respondas que sí ahora, pero dudo que pienses lo mismo después —no dice nada—. Tú no eres egoísta, como la mayoría de los padres, estarías dispuesto a regresar con Amber sin dudarlo sólo para que tu hijo esté bien. Así eres tú, sacrificas lo que sea por las personas que amas.

Sólo me mira. Parece culpable, triste, confundido... y es como si pudiera reflejarme en el dolor que hay en su mirada.

—No vuelvas a buscarme —le digo. Y antes de que pueda arrepentirme, me doy la vuelta y me voy.

Avanzo con el corazón latiéndome con fuerza, luchando con las emociones que bombean dentro de mí. Una parte de mí espera escuchar sus pisadas, pero sólo hay silencio.

Siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora