Capítulo 12

948 61 73
                                    

Peeta

Revuelvo la harina y la amaso. Le echo más agua, y los recuerdos vuelven.

Ella mirándome.

Ella entre mis brazos.

Su piel suave contra la mía. Mis manos pasando por cada rincón de su cuerpo.

Ella aferrada a mi espalda jadeando mi nombre.

Ella besándome, sus manos temblorosas pasando por mi cuerpo.

Ella durmiendo desnuda a mi lado.

Ella esquivando mi mirada, como si volviéramos a estar en el colegio.

Ella con él de la mano.

Aplico más fuerza, y descargo mi dolor, mi enojo. Toda la frustración que se apodera de cada parte de mí.

Que equivocado estaba al pensar que lo teníamos todo. Que ella, de alguna manera, terminaría eligiéndome y lo dejaría a él.

Pude verlo en su cara, en esos ojos grises que guardan tantos misterios, ella esperaba algo de nosotros, quería un futuro conmigo...

O eso fue lo que quise ver.

Ella temía que yo terminara usándola sólo para tener sexo, y que después me olvidaría de ella. Le di mi palabra, le juré que no iba a ser así, que jamás la abandonaría. Pero qué curioso funciona el destino, porque yo fui quien terminó como ella temía. Ella fue la que volvió con su esposo, y sólo me utilizó. Dejándome con el corazón hecho añicos.

De ninguna manera podría decir que me arrepiento de las veces que estuve con ella, y debería culparla por lo destrozado que me siento, pero no. Ella sólo hizo lo que le correspondía, volver con el hombre al que le juró fidelidad por el resto de sus días. Yo me ilusioné solo. Creí ver algo que jamás estuvo en sus ojos.

—Oye —escucho, y alzo la mirada. Ryan me mira, y sonríe divertido—. Tranquilo hombre, a este paso romperás la mesa.

Suspiro.

—Lo lamento.

Se me acerca.

—¿Todo bien? —pregunta, y comienza a darle forma a los panes.

Asiento con la cabeza.

—¿Cómo vas con Amber?

Me encojo de hombros.

—Ya me habla un poco más que antes —suspiro—. Pero nada nuevo.

—¿Enserio? Porque apenas escuché que ella le dijo a papá que regresarías a vivir con ella.

Niego con la cabeza.

—No, tal vez lo mal entendiste. Seguiré viviendo un tiempo con Matt, hasta que consiga reunir el dinero suficiente para rentar un lugar. Pero no puedo escapar de mis responsabilidades, el padre de Amber habló conmigo, y me pidió que, como soy esposo de su hija, debo seguir haciéndome cargo de ella aunque no estemos juntos. Debo darle dinero, y seguir al pendiente de ella, ya sabes... —suspiro—. Además, eso está en la ley. No hay nada que pueda hacer.

—¿Él sabe de tu infidelidad?

Lo miro de mala manera.

—¿Qué? —se defiende—. ¿No es verdad?

—Por supuesto que no. Pero todos creen lo contrario.

—Bueno, no llegabas a casa por las noches.

Resoplo molesto.

—Créeme que si vivieras lo que yo, tampoco querrías dormir ahí.

—Y entonces, ¿a dónde ibas?

—Con Andrew. Dejaba que me quedara en su casa.

Siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora