CAPÍTULO 31

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-¿Por qué siento que esto es una despedida?- Preguntó Rodrigo separándose de mí.

-Porque puede que lo sea.

-Entonces aprovecharé cada instante.

Volvimos a besarnos vorazmente, ninguno de los dos disimulaba las ganas hacia el otro, la temperatura subió al instante y ya nuestras manos estaban recorriendo nuestros cuerpos, si al morir me iría al infierno sería con justa causa.

Ambos estábamos uniformados así que comencé por quitarle el chaleco a Rodrigo seguido de la parte superior de su overol, él retiró mi camisa, se agachó y retiró mi pantalón con torpeza, sacando al tiempo las sandalias de tacón bajo de mis pies.

-Me tienes nervioso y hasta temblando, hace tanto tiempo que soñaba con estar así contigo de nuevo que no me lo creo.- Sonrió con vergüenza la cuál fue reemplazada inmediatamente por una sonrisa lujuriosa al ver mi cuerpo casi desnudo.

Aprovechó la posición en la que se encontraba y bajó mi tanga, pasó sus dedos por mis muslos desnudos de forma ascendente hasta llegar a dónde quería, mi vulva, rozó suavemente mis labios mayores y los separó con cuidado para darle el acceso a su lengua hacia mi clítoris.

Al sentir el primer roce de su lengua incliné mi cabeza hacía atrás de placer y abrí un poco más mis piernas para darle total acceso a esa zona, Rodrigo siempre fue muy habilidoso en todos los sentidos y este era su fuerte sin duda.

Al verme jadeando se levantó dejando un camino de besos hasta llegar a mi boca, me quitó el brassier y comenzó a chupar suavemente mis senos mientras se quitaba las botas.

-¿Quieres que sea rudo o lindo contigo?

-Quiero que seas tú.

-Pues normalmente soy rudo.

-Entonces no dejes de serlo ahora.

Me empujó levemente haciéndome caer sentada en el gran sofá, tomó mis piernas, las levantó y me deslizó haciendo que mi trasero quedara en la orilla del sofá, las flexionó, se inclinó y me dió un gran beso mientras sacaba rápidamente su pene del overol.

Rozó su glande sobre mi zona y en respuesta mordí su labio sin querer, afortunadamente no se abrió ninguna herida.

-Se está comportando mal señorita y eso amerita un castigo.

Estiró mis piernas nuevamente y en un movimiento ágil me dió la vuelta haciéndome quedar boca abajo sobre el sofá con mis piernas colgando tocando el suelo, abrió mis piernas bruscamente y pasó su pene desde mi clítoris hasta mi ano haciéndome pensar lo peor.

Pensé que me penetraría analmente así que intenté levantarme pero al hacerlo recibí una fuerte nalgada de su parte.

-¿A dónde crees que vas preciosa?- Solo pude reír, él nunca me había penetrado por esa parte, porqué hacerlo ahora; otra nalgada sonora y dolorosa fue a parar a mi trasero, intenté levantarme nuevamente para que no me golpeara pero Rodrigo no me lo permitió.

Puso su mano en mi cabeza y estampó mi mejilla contra el sofá y me penetró de una sola estocada, gemí fuerte y Rodrigo gruñó, pude sentir como su cuerpo se estremecía pero eso no le impidió continuar.

Envolvió mi cabello en su mano y jaló de él haciéndome levantar ligeramente la parte superior de mi cuerpo, sus embestidas eran fuertes, muy fuertes, pero sin llegar a ser violento, por lo menos no sin proponérselo, muchas mujeres se alejaban de Rodrigo por su forma bestial de hacerlo, pero yo nunca tuve problemas con ello, desde la primera vez que lo hicimos fue así y no tenía la más mínima intención de cambiarlo.

Después de un par de nalgadas más soltó mi cabello y salió de mí, me volvió a girar, se acostó sobre mí sosteniendo su peso con sus codos, nos miramos fijamente y volvió a penetrarme pero esta vez con menos violencia, arqueé mi espalda, cerré mis ojos y gemí fuerte, Rodrigo se deleitaba al verme disfrutando, pero más porque él era el motivo de mi disfrute.

Con él la palabra vergüenza no existía, la confianza era total así que coloqué mis dedos sobre mi clítoris y comencé a frotarlo para llegar al orgasmo, a Rodrigo le encantaba sentir los espasmos de mi vagina en su pene.

Estaba demasiado excitada, Rodrigo succionaba mis pezones con ansias y eso junto con mi mano en mi clítoris y su pene en mi vagina me hizo venir rápidamente seguido de él, su semen me invadió por completo por dentro y escurrió por fuera.

Tardamos unos minutos en recuperarnos, nos acostamos en el sofá y coloqué mi cabeza en su pecho, Rodrigo me abrazaba y acariciaba mi espalda.

-Gracias por esto, hace mucho tiempo no me sentía tan bien, tan vivo... Uff... No tengo palabras.

-Acaso... ¿No tienes sexo con tu mujer?

-Sí pero... No así, ¿No te molesta que hablemos de eso?- Inquirió con una ceja levantada.

-Sería muy descarado de mi parte si me ofendiera porque tienes sexo con tu mujer, ¿No crees?

-Si tú lo dices, bueno... Si tenemos sexo pero ella tolera muy poco el dolor, mejor dicho, no lo tolera en absoluto, así que me toca ser delicado y eso no es lo mío, ella lo intenta a mi modo pero no me gusta lastimarla así que prefiero sacrificarme.

-¿Eso quiere decir que ella no te satisface, no te hace feliz? ¿Por qué sigues con ella?

-No es que no sea feliz, no me mal entiendas, ella es una gran mujer pero está ese detalle, pienso que tal vez soy yo el del problema y es por eso que trato de hacerlo a su gusto para no lastimarla.

-Entiendo, es por eso que me quieres en tu vida ¿No?

-Sí, eres la única que tolera la forma... Como me gusta hacerlo.

-La forma tan salvaje, bestial e inhumana.

La carcajada de Rodrigo me tomó por sorpresa, su pecho se estremecía batiendo mi cabeza a su vez, pero me gustaba estar así con él, en total calma, tranquilidad y confianza.

Vaya! ¿Eso crees? Tus palabras me hacen ver como un monstruo.

-En ningún momento dije que eso fuese malo.

-Me encanta cuando te pones atrevida, me trae muy buenos recuerdos.

-¿Estás diciendo que soy una pervertida?

-Ya estamos a mano, pero realmente estoy diciendo que me encanta como eres.

Rodrigo me abrazó y nos volvimos a besar, sentí su creciente erección y me preparé para otro round, olvidándome de todo por un momento.

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