Me sobo las sienes una vez más y releo el correo que acababa de redactar para verificar que no hubiese ningún fallo, me costaba concentrarme ya que mi mente no dejaba de pensar y sobre analizar todo. Luego de irnos del restaurante, nos vinimos directo al bufete, dejamos a Luca en la guardería y nos dirigimos a la oficina.
Si bien, en el bufete nos encontrábamos relativamente a salvo, me era imposible no estar en constante alerta, sabía de lo que él era capaz y un lugar lleno de personas no sería ningún impedimento.
Además, el hecho de que la persona a la que Alonzo contrato para investigarlos a todos no diese señales de vida, me tenía aun más alterada. La frustración cada vez era mayor al no saber cuál sería su próximo movimiento y aún peor cuantos estaban involucrados en todo esto.
¿Era solo el? o ¿el resto estaba involucrado?....¿como dio con mi paradero? ¿ellos también saben donde estoy?
Miles de preguntas se arremolinaban en mi cabeza y el no tener respuesta a ninguna de ellas me empezaba a enloquecer. Para él, para ellos esto era un simple juego enfermizo y no estaban dispuestos a perder.
Estoy jugando a ciegas -Me dije a mí misma.
Una vez me aseguro que todo está en orden envió el correo. Tomo mi teléfono de el escritorio y busco el contacto de Jayden, no me había podido comunicar con el en todo este tiempo y Melissa tampoco sabía nada de él, eso me tenía preocupada.
Como las veces anteriores, me manda directo a buzón.
Suspiro, dándole vueltas al teléfono en mi mano.
El estrés me va a matar.
Ya eran las cuatro de la tarde y mi cabeza estaba a punto de estallar gracias a la migraña, había pasado el resto del día sumergida en el trabajo, evitando pensar en cualquier otra cosa. Necesitaba despejar mi mente, dejar de pensar en la situación en la que me encontraba, en los posibles escenario fatalista que mi mente se encargaba de crear y sobre todo, necesitaba dejar de buscar soluciones por doquier; y así, tal vez, con la mente fría podría hallar alguna. Sabía que en estado de ansiedad no iba a llegar a ningún lado, solo tomaría decisiones equivocadas, poniendo en riesgo a quienes amaba.
Con un suspiro termino de guardar todo, me incorporo de la silla y me dirijo a la oficina de Alonzo. Toco la puerta y entro al escuchar su voz dándome paso.
El se encuentra sentado detrás de su escritorio leyendo un documento, cuando alza la mirada.
-Ya termine -le informo, acercándome a él.
Asiente levemente, mientras me indica que tome asiento frente a él.
-No he podido dejar de pensar, de buscar una solución -dice con seriedad. Tomo asiento frente a él, poniéndole absoluta atención- no me logro comunicar con el imbécil al que mande, lo más probable es que este muerto -exclama con molestia- le advertí que anduviese con cuidado, pero ya vez, se confió demasiado -se encoge de hombros.
Blanqueo los ojos y me recuesto del espaldar con los brazos cruzados sobre mi pecho.
-Lo mismo pensé, el problema es que estamos yendo a ciegas -exclamo- no tenemos ni idea de su paradero o siquiera si esta el solo o con toda la comitiva.
Lo veo asentir, adoptando la misma posición que yo.
-Pense en enviar a otro, pero no confío en ninguno y ellos ya lo estarán esperando -asiento de acuerdo con el- así que le estuve dando vueltas al asunto y me llegó una idea, que no creo te vaya a gustar en lo más mínimo -exclama dubitativo.
Frunzo el ceño, sin poder imaginarme que sería aquello que se le ocurrió.
-Dime de que se trata -ordeno, sin poder evitar sonar a la defensiva.
-Bien, pero recuerda que es solo una opción, si no te parece no lo hacemos, pero debes prometerme que lo pensaras con la cabeza fria.- indicó con suavidad.
Enarco una ceja comenzando a impacientarme.
-Al grano Alonzo -le dije con seriedad. Me estaba impacientando y eso me molestaba.
Él suspiró y me observó, analizando mi estado de ánimo.
Y que tan probable sería que le avientes algo a la cabeza -exclama mi subconsciente con burla.
-¿Aún conservas tus contactos en Italia? -pregunta en voz baja, cuidando de no alterarme más de lo que ya estaba. Entrecierro los ojos en su dirección, haciéndole saber que debe ser más específico.- me refiero a quienes trabajaban para ti, no para tu padre.
Ladeo levemente la cabeza.
-Si, aún los conservo -le digo- pero hace años que no tengo contacto con ninguno de ellos, sabes que me aleje de todo lo que tuviese que ver con mi vida en Italia Alonzo -el asiente- ¿Por qué lo preguntas? -en realidad ya me imaginaba de que se trataba todo esto, pero quería que el mismo me lo dijera.
-Sabes porque lo digo -afirma- tienes a los mejores contactos de toda Italia, incluso mejores que los de tu padre -dice con obviedad- y lo mejor de todo es que ellos son leales solo a ti Alessandra -señala- se puede hablar con alguno de ellos para que investigue.
La oficina se quedó en completo silencio una vez termino de hablar.
Mi mente no dejaba de sopesar la posibilidad de contactarme con alguno de ellos, la idea no me gustaba en lo más mínimo, no quería tener ningún tipo de contacto con nadie de mi pasado, me negaba a la idea de volver a esa vida. La simple idea alteraba cada uno de mis nervios, amenazando con hacerme colapsar. Me molestaba ver como todo el esfuerzo que había dado para poder controlar mis emociones, al punto de haberme convertido en una persona- relativamente- estable, se iba a la basura.
Froto mi rostro con frustración, a la vez que trato de regularizar mi respiración, que había comenzado a descontrolarse.
Alonzo me observa, sin perder de vista ninguno de mis movimientos.
-Ya te dije que no he hablado con ninguno de ellos desde hace años -mis voz sale ronca, debido a la fuerza que ejerzo al intentar calmarme- y en todo caso, nada nos asegura que vaya a funcionar, tu lo sabes muy bien -le digo- el no es estúpido y si esta con los demás es aún más peligroso, no será nada sencillo lograr que no noten que están siendo vigilados.
Me observa por unos segundos antes de hablar.
-Lo se Alessandra, pero si alguien tiene mayores posibilidades de lograrlo, es alguno de ellos -exclama con seriedad- ¿qué es mejor? ¿Seguir a ciegas y esperar su próximo golpe? -dice con sarcasmo- necesitamos estar preparados, huir no es una opción y lo sabes -descruza los brazos y se inclina apoyándose del escritorio- ellos no van a parar hasta conseguir lo que quieren.
Eso lo sabía, lo sabía muy bien, no importaba si huía del país y me escondía en el lugar más remoto, ellos tarde o temprano me encontrarían. Poco me importaba lo que me pudiese pasar a mi, pero no permitiría que Luca cayese en sus manos, no dejaría que el viviese lo mismo que yo.
El no sería un monstruo.
-Tal vez lo logren y podamos tener un as bajo la manga…o puede que los asesinen, pero debemos intentarlo -dice- lamentablemente tenemos que lanzar a nuestros peones para poder avanzar en el tablero piccola -exclama con suavidad.
Suspiro resignada, por más que no me gustara la idea, sabía que el tenía razón. Tomo mi teléfono y busco uno de los contactos.
Veo a través de mis pestañas a Alonzo sonreír.
-Por Luca -susurro para mí misma y presiono el icono de llamada.
-Por Luca- exclama Alonzo, con una sonrisa triste.
Repica varias veces.
-Bene, bene, a cosa devo l'onore della tua chiamata? -preguntan al otro lado de la línea.
-Ho bisogno del tuo aiuto -exclamo con seriedad.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Mystery / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...