Alessadra.
Turín, Italia 2015La música retumbaba en mis oídos, las luces estroboscópicas me estaban empezando a marear y el olor a cigarrillos, alcohol y sudor me daba náuseas.
La gente se empujaba de un lado a otro en la pista de baile, mientras otros se aglomeraban en los sillones que habían regados por la estancia. Mismos sillones en los que yo estaba sentada, rodeada de los amigos de mi novio y sus respectivas novias o ligues de la noche.
Quería irme.
-Nicolai -lo llamo, mientras coloco mi mano en su brazo para llamar su atención. El me ignora y sigue hablando con sus amigos-idiota, quisiera decirle, pero me contengo, debo ser una dama ante todo -o eso es lo que diría mi madre- Suspiro y vuelvo a llamarlo. Esta vez logrando que me preste atención.
Con una sonrisa falsa acerca su rostro al mío y susurra en mi oído intentando que nadie más nos oiga.
-¿Qué demonios quieres? ¿No ves que estoy hablando con mis amigos? -masculla entre dientes, claramente enojado.
-Estoy cansada, quiero irme a casa por favor -exclame con la mirada gacha.
-No me interesa Alessandra -dijo, tomando mi mentón, haciéndome levantar la mirada- Se una buena novia y deja de joderme la paciencia -gruño, apretando un poco más mi mentón- cambia la puta cara, sonríe y finge ser la persona más feliz del jodido mundo ¿entendiste? No querrás que llame a tu padre o ¿si? -dijo con una sonrisa maliciosa en la cara. Si llamaba a mi padre estaría jodida. Negué con la cabeza, mientras sonreía -Así está mejor, mi amor -exclamó sarcástico, dejando un beso en mis labios antes de soltarme y seguir conversando con sus amigos.
Suspire.
¿Qué esperabas, tonta? -se burla mi conciencia.
Yo para el y todo el mundo era una muñeca. Hermosa y delicada. Las muñecas no hablan ni se mueven por su cuenta, no es hasta que su dueño decide jugar con ellas o mostrárselas a sus amigos, que parecen cobrar un poco de vida.
Las horas pasaban y yo cada vez estaba más cansada. Hacía alrededor de una hora que Nicolai se había marchado con sus amigos y me dejo sola con el resto de “novias” -mujeres falsas y ridículamente superficiales- estaba aburrida de sus conversaciones vacías y sus risas escandalosas, por lo que decidí dar una vuelta por el lugar. En estos momentos deseaba que mi mejor amigo estuviese aquí. El era él único que me hacía sentir valiosa, pero se fue a New York a hacer una pasantía en un Bufete, y si bien me alegraba por el, ya que era una gran oportunidad, lo extrañaba mucho.
Ya habían pasado unos quince minutos en los que deambulaba por el lugar sin un rumbo fijo, cuando sentí que alguien me tomaba por el brazo con fuerza. Al voltearme me encuentro con un muy borracho Nicolai.
-Hola mi amor, te estuve buscando -se acercó más a mí tomándome de la cintura. Su cuerpo desprendía un fuerte olor a alcohol y cigarrillos que daba náuseas- ¿sigues cansada? -preguntó, a lo que asentí confundida. Su mirada pareció oscurecerse y una sonrisa algo torcida se dibujo en su labios- Ven, se donde podrás descansar a gusto -tomo mi mano y empezó a jalarme al segundo piso de la casa, hasta llegar a una habitación oscura. Terminé de entrar y empiezo a recorrer el lugar, escucho a mis espaldas como la puerta es cerrada con seguro. Me doy la vuelta y veo a Nicolai parado frente a la puerta, observando mi cuerpo de arriba hacia abajo.
Su mirada me incomoda y un mal presentimiento se instala en mi pecho. Mi corazón empieza a latir desbocado y mis manos empiezan a sudar.
Me debo ir de aquí -pienso.
Veo a Nicolai acercarse a mi, mientras yo empiezo a retroceder hasta que mi espalda choca con la pared y el logra acorralarme. Empieza a besar mi cuello, mientras forcejeo tratando de quitármelo de encima. Pero sin importar cuanto luche o grite por auxilio el no se aleja y nadie viene a ayudarme.
Todo se vuelve confuso. Imágenes vienen y van. Siento que estoy debajo del agua, las imágenes son difusas y los sonidos parecen lejanos.
Sus manos en mi cuerpo.
Mis gritos.
La desesperación.
Su voz.
Un dolor punzante.
Las lágrimas.
Algo tibio en mi interior.
Su cuerpo caer contra el mío.
El asco.
Sé levanta de la cama y sin verme se viste en silencio. Lo último que escucho es el sonido de la puerta ser abierta y luego cerrada con brusquedad.
Una vez sola me rompo en llanto. Ya no tenía nada, se habían encargado de quitármelo todo. Lo único que podía decir que era mío, el me lo arrebató.
En la habitación solo se escuchaban mis gritos de dolor, pero una vez más nadie vino. Estaba sola.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Mystère / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...