Akram Giadala parte II.
Era, sin lugar a dudas, sorprendente la cantidad de energía que poseía ese niño. Le había dado todo un tour por mi casa, deteniéndonos en cada habitación para que él pudiese inspeccionarla con detalle, lo que hizo de ese tour uno de los más largos de mi vida. Cuando se aburrió, lo lleve a la habitación que había preparado para él, un tanto exagerado de mi parte si tenemos en cuenta que el niño no se va a quedar a dormir; le preparé un baño de espumas y baje a buscar la mochila que había dejado en la cocina, al regresar el piso del baño estaba lleno espuma al igual que la tina ¿y Luca? Pues él estaba encantado jugando con dicha espuma.
Con esa última experiencia aprendí que no debo dejar a un niño de seis años solo en el baño, y mucho menos dejar a la mano el envase de jabón. Luego de su baño, lo dejé en la habitación para que se vistiera mientras yo veía fijamente el desastre que había dejado, deseando que mi implacable mirada lograra desaparecerlo.
Esto no está funcionando -pienso con fastidio.
-No pienso limpiar esto -mascullo, levantando mis manos y alejándome del desastre, para luego cerrar la puerta del baño y fingir que nada pasó.
He aprendido muchas cosas sobre los niños en las horas que llevo con Luca, como justo ahora, por ejemplo, aprendí que no es buena idea jugar al escondite en una casa tan grande y mucho menos si el niño parece tener toda la energía cargada.
Recorro por enésima vez la planta baja, sin éxito alguno, esto ya estaba comenzando a preocuparme, ya había recorrido y revisado cada puto rincón de la casa y el mocoso no aparecía.
Ya había intentado llamarlo, pero no contestaba, a estas alturas no sabía si era, porque pensaba que era un juego o –y esto era lo que me daba miedo- algo le haba ocurrido.
Mierda, bonita la hora en la que me decidí por tener una casa tan grande.
Subo las escaleras hasta el segundo piso y reviso cada habitación de este piso -una vez más- entre ellas se encontraba la mia que fue a la última que me dirigí…nada, él niño seguia sin aparecer. No sabia que era lo que esperaba, ya había buscado más de una vez en cada una de estas habitaciones y siempre daba el mismo resultado.
Paso las manos por mi cabello, para luego dejarlas en mi cuello. Me sentía frustrado, molesto, pero más que nada, asustado y mi mente no estaba siendo de mucha ayuda al crear una infinidad de posibles escenarios fatalistas.
Me lanzo de espaldas a mi cama, completamente agotado. Observo el techo blanco, esperando que por arte de magia me dijera donde se encontraba el niño, pero de nuevo, nada.
Resoplo y tomó el teléfono del bolsillo de mi pantalón, entró en la agenda de contactos y observo por lo que parecen horas el número de Alessandra. Dejo mi dedo cerca de la pantalla, sin llegar a tocarla, no me atrevía a marcar la llamada y enfrentarme a ella…¿Qué le diría? ¿Cómo le explicaría que había perdido a su hijo?.
Me incorporo de la cama y me acerco a la ventana que da hacia el patio.
A mitad de la tarde la lluvia había hecho su maravillosa aparición -Nótese el sarcasmo- y no, no era una suave llovizna, ni siquiera una lluvia normal, esto era el preludio para el próximo diluvio. Aunque debía admitir que la lluvia resaltaba la belleza natural de mi patio, el césped y cada flor en el, parecían brillar con sus colores.
Me encontraba ensimismado en mis pensamientos, mientras observaba desde mi ventana, cuando veo una figura moverse entre las flores.
Entrecierro mis ojos e intento concentrarme en aquello que captó mi atención. La cortina de lluvia dificulta mi trabajo, por lo que decido bajar y observar más de cerca.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Misteri / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...