-Se acabaron las preguntas -respondo más tosca de lo que quería pero no me encuentro de humor como para retractarme. Me incorporo para dirigirme a la nevera ejecutiva a por una botella de agua. Necesitaba calmarme, relajarme, contarle aquella historia a Akram me había traído malos recuerdos, recuerdos con los que no estaba dispuesta a lidiar.
No podía, había pasado demasiado tiempo sin poder superarlo, sin poder ver a Alonzo a la cara aunque era consiente de que él no era culpable de nada de lo que había ocurrido durante esos tres días. Había pasado mucho tiempo sanando, olvidando y ver como todo ese trabajo se derrumbaba ante el simple recuerdo…, me dolía, me lastimaba ver que de cierta forma jamás logre superarlo, nunca logre perdonarle del todo.
Respiro profundo al sentir el característico ardor en los ojos que me advertía de las lágrimas que suplicaban su liberación. Este no era el lugar ni el momento para derrumbarme, mucho menos por algo que no podía cambiar.
El sonido de la madera al ser golpeada me saca de mis cavilaciones. Observo la puerta con los ojos entrecerrados, se que aún no es la hora para la reunión y hasta donde sabía, Akram no tenía ninguna otra cita. Hago una mueca con mis labios y volteo a ver a Akram con una ceja arqueada, extrañada al notar que no había reaccionado.
Otra vez me estaba mirando -pienso con una pizca de gracia.
Le hago un gesto con mi mano consiguiendo que por fin reaccione.
Suspira.
-Adelante -exclama con seriedad mientras arregla su saco.
La puerta se abre y la primera persona en entrar es el detective O’Brien seguido de otro hombre; alto y de cabellera negra, no logro distinguirlo bien ya que el detective me obstruye la vista.
-Buenas tardes, señor Giadala -saluda el detective O’Brien mientras el otro hombre se queda con la mirada hacia al frente con un ligero gesto de aburrimiento. De reojo noto como Akram se levanta de su asiento mientras el detective se acerca a él.
Escucho a lo lejos como se presenta ante él pero lo que llama mi atención es el apellido de aquel sujeto que lograba alterar mis nervios con su sola presencia. Tenía la molesta sensación de conocerlo pero no lograba hallarlo entre mis recuerdos.
¿De dónde lo conozco? -Pienso con molestia.
Aprovecho que aún no me hayan notado para poder observar un momento más al supuesto detective. Porque eso si lo tenía claro, no era un detective o al menos no siempre lo fue. Ruedo los ojos, hastiada de mis intentos para poder darle una identidad a aquel intento de detective y me decido por hacerme notar por este dúo de incompetentes.
-Intentaré no sentirme ofendida por no notarme, detective O’Brien -exclamo con calma, haciendo que ambos hombres se volteen en mi dirección un tanto sobresaltados.
Fuerzo una sonrisa tensa en mis labios y camino hacia Akram, deteniéndome en un costado del escritorio y apoyando mi cadera en el mismo.
Observo a O’Brien mirarme con incomodidad mientras su compañero se mantiene unos pasos detrás de él con una sombra de burla en su mirada.
Si que me conoces, idiota.
-Le ofrezco una disculpa de nuestra parte señorita Palmieri, no era nuestra intención ofenderla.
-Descuide, pero dígame ¿en qué podemos ayudarlos? -pregunto, dando a entender que no me movería de este lugar.
Podía notar como mi presencia les molestaba. Ellos vinieron a ver a Akram y solo a Akram, el que yo esté presente no estaba en sus planes…, ahora la pregunta era ¿para qué?. Por un momento pensé que podría tratarse de los detectives que nos han estado montando cacería a las afueras del edificio de Alonzo pero la idea fue descartada casi de inmediato.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Misteri / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...