Capítulo 35

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Akram Giadala.

El frío inclemente se cuela por mi chaqueta y el silencio de la noche envuelve el lugar. Llevo el cigarrillo a mi boca, dándole una última calada antes de arrojarlo al suelo y pisarlo.

Observo a lo lejos las luces de la ciudad, sumergiéndome en mis pensamientos.

Unos hermosos ojos azules aparecen en mi mente sin pedir permiso y sin que yo pueda hacer nada para evitarlo, esa mujer se había mudado a mi cerebro y se había adueñado de cada uno de mis pensamientos. Alessandra Palmieri despertaba en mi una gran curiosidad, su manera de ser, tan reservada y analítica me tenían en vilo toda la noche y cada segundo del día. Ella era sin duda, un gran enigma y yo me había impuesto como meta descubrir que había detrás de aquella mirada que parecía ocultar miles de secretos.

Cuidado te enamoras Akram -advirtió mi consciencia.

Casi me río ante aquella estupidez, no tengo ese tipo de interés en ella, puedo admitir que es una mujer realmente hermosa y podría cautivar a cualquier hombre, pero lo que yo sentía por ella era una inmensa curiosidad. No me interesaba tener una relación más allá de la que ya tenemos, a lo mucho aceptaría una amistad por varios y simples motivos.

Mientras más cerca este de ella, mas fácil será para mi saciar mi curiosidad, aparte es la madre del mocoso y mejor amiga de Alonzo, ser su amigo sería lo más natural.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de un carro acercándose. Giro un poco y veo el deportivo de Alonzo acercarse, para luego frenar a un costado de mi carro y posteriormente verlo bajar del mismo.

-Hasta que te dignas en aparecer -digo una vez está a mi lado.

Resopla, haciendo que vaho salga de su boca a causa del frío que está haciendo.

-Luca me tenía secuestrado -exclama, sentándose al igual que yo en el capo de mi carro. Enarco una ceja en su dirección, exigiendo una mejor aclaración- Alessandra le compró nuevos juguetes y quería que yo jugase con el, me fue casi imposible lograr que se acostara a dormir.

Me río y asiento levemente. No me sorprendía en lo absoluto su historia, ese niño era bastante obstinado y Alonzo era débil ante el. Aunque yo no podía juzgarlo, me había visto en la misma situación cuando estuvieron en mi casa.

-Me sorprende que Alessandra no lo obligará a dormir, es bastante estricta cuando del niño se trata.

Se ríe.

-Es bastante estricta en muchas cosa Akram -informa Alonzo y sus palabras parecen tener más trasfondo- fue mi culpa, yo le dije que se fuese a dormir y yo me quedaría con Luca, no me imaginé que iba a ser de esos días que tiene la energía al máximo y ni de chiste despertaba a Alessandra -un escalofrío recorre su cuerpo, haciéndolo estremecer- no, definitivamente no la iba a despertar.

Me río del pánico que se refleja en su rostro ante la simple idea, la curiosidad vuelve a invadirme pero me decido por hacerla callar, no quiero que Alonzo se de cuenta.

Saco un cigarrillo y lo enciendo llevándolo a mi boca, dándole una profunda calada, para luego expulsar el humo. Le ofrezco uno a Alonzo.

-¿Ya llegaron? -pregunta, tomando uno de los cigarrillos y encendiéndolo.

-Si, ya todos están esperándonos -informo, observando a lo lejos el galpón donde nos esperan.

Asiente y nos quedamos en silencio, cada uno metido en sus pensamientos. Era algo que me agradaba de mi amistad con Alonzo, no éramos los típicos amigos que iban de un lado a otro juntos, cada uno tenía su espacio y vida propia, pero siempre estábamos dispuestos a apoyar al otro cuando este lo necesitará.

Destinos Entrelazados (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora